IN MEMORIAM/ D. ÁNGEL PAZ GÓMEZ

luz que baja en el río de la vida

Por Ricardo Timiraos Castro

Mi buen amigo Rubert, ex alcalde de Ourol (Lugo) y antiguo compañero en el Seminario de Mondoñedo, me envía una esquela para comunicarme el fallecimiento en Ferrol de nuestro tan querido y admirado antiguo Profesor D. Ángel Paz Gómez, persona que dejó en mi corazón una hermosísima e indeleble huella de amistad, inteligencia y bondad.

Hombre de amplia y sincera sonrisa, de carácter sumamente sencillo y afable, con un rictus de socarronería como de quien está regresando por el sendero que tú llevas, era D. Ángel una de las personas más inteligentes que conocí y que hoy mismo refrenda un autor anónimo en Galicia Ártabra. Su paso por el Seminario dejó entre sus alumnos la semilla espiritual de su vocación sacerdotal con exquisita humildad y capacidad de compresión.

Mi marcha de dicha Institución me alejó de su vida y sólo esporádicamente, muy esporádicamente, nos veíamos en Viveiro cuando, de paso a su Irixoa natal, coincidíamos. Valgan dos anécdotas personales para describir su magnífico proceder en cada ocasión:

La primera sucedió en el año 72 ó 73. Por entonces nos encontramos en el Puente de Viveiro y yo estaba muy atareado organizando las fiestas patronales. Después del saludo afectuoso, a mí se me ocurrió pedirle que celebrase, dentro de los actos festivos, la Santa Misa por los emigrantes. Sería el domingo coincidente con las fiestas. La respuesta no pudo ser más sencilla: Dime el día y lugar. En la pista del Parque, respondí yo improvisando. Después de la despedida, yo ya di por programado el acto y lo anuncié presumiendo que el Sr. Vicario General de la Diócesis- ese era su cargo por entonces- la presidiría. Llegado el día, yo fui al lugar indicado sin haber preparado la infraestructura necesaria y ni siquiera haber hablado con el Sr. Sacristán de la parroquia a tal fin. Sin embargo, allí estaba D. Ángel con todo preparado, celebró la Eucaristía… y sin reproche alguno. Grandeza de Hombre.

La segunda sucedió a finales de 2001 ó 2002. En este caso yo sabía que él era encargado de las cuestiones legales de la Diócesis. En Viveiro, después de muchas pegas y más desidia de quien no importa, no éramos capaces de legalizar los estatutos de la Cofradía de “ O Nazareno dos de Fóra”. Nos los había redactado el reverendo D. Manuel Crespo Prieto-trágicamente fallecido hace poco tiempo-, pero por haches o por bes ningún retoque organizativo valía y así llevábamos años. Así que, cuando nos pareció que ya debían estar arreglados y requetearreglados, le encargué a mi compañero el añorado Casal, tesorero de la gestora, que le hablase personalmente, en la Domus en Ferrol, a D. Ángel y le preguntara de mi parte cuales eran los fallos, si los había. Al poco tiempo los estatutos estaban aprobados merced a la labor de nuestro Amigo. Por mi parte, me sigo preguntando cuáles eran los problemas.

Vea el lector la generosidad y grandeza de espíritu de un hombre que vivió para servir a Dios sirviendo los demás. Un sacerdote que utilizó su enorme inteligencia para su cultivo y enriquecimiento personal y así ejemplarizarnos, desde la humildad y sencillez, a los que tratamos de aprender.

Valgan estas palabras de sincero y sencillo homenaje para un hombre que vivió siendo esa luz que baja en el río de la vida para recordarnos cómo se consigue la paz interior al servicio de Dios, que estoy seguro lo acoge en su seno. Descanse en Paz, quien hacía gala de su apellido.

 

 

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