Santo Tomé de Lorenzana (Lugo), 1943.
Asistió al parvulario de su parroquia hasta que, cumplidos los diez años, se plantea la primera encrucijada. “¿Qué hacer?”. A Santo Tomé llegaban los ecos y el prestigio del vecino Seminario de Lourenzá, único centro de enseñanza media de la comarca. Era una oportunidad. Llega Manuel al antiguo cenobio benedictino y se encuentra con una nómina de profesores harto plural: desde las prácticas severas de don César –castigos regla en mano-, al rigor disciplinar –a juicio del neófito seminarista- don Darío Balea Méndez, lector asiduo del Reader´s Digest, revista famosa que cuidaba poner siempre fuera del alcance de los alumnos. o la bondad desbordante de don Francisco Ron, el eterno profesor de Geografía.
De Mondoñedo a Peleteiro.-Mondoñedo le cundió poco. Cursó Tercero de Latín, y en las Navidades de Cuarto optó por quedarse en casa. Nueva página en blanco en su biografía. Pero había una madre con mirada larga, y, tras acabar el curso por libre, se traslada al prestigioso colegio Peleteiro, de Santiago, donde termina el Bachillerato y el Preu. Manolo era lo que se conocía entonces como un alumno “formal y aplicado”, tanto, que don Manuel, el director, le concedió una beca durante varios cursos. Don Manuel le orientó hacia las Ciencias, no muy del gusto de nuestro amigo, que, a la hora de elegir carrera, buscó entre las que no exigían un duro pulso con las matemáticas. Se matriculó en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas (Rama Políticas) de la Complutense, donde se licenció.
Profesor y funcionario.-Durante varios años fue profesor ayudante del catedrático José Jiménez y Martínez de Carvajal, cargo que compatibilizó con el de jefe de Estudios, primero, y director después, del Colegio Mayor Marqués de la Ensenada. En esta etapa entró en la Obra Sindical del Hogar cuyas funciones, ya en régimen de organismo autónomo, se integrarían durante la Transición en el Ministerio de la Vivienda.
Traslado a la Xunta.-Al crearse las Comunidades Autónomas a comienzos de los años 80, se acoge a la oferta de transferencia de funcionarios del Estado (incluso compensaban el traslado con 500.000 pesetas para gastos) y solicitó Galicia. Es destinado a la flamante Dirección General de la Función Pública, de la Consellería de Presidencia. Allí ejerció durante 24 años como jefe del Servicio de Formación de Funcionarios de la Xunta. tarea muy gratificante para nuestro compañero, que le permitió viajar por Europa (Francia, Alemania, Portugal), junto a su director general, el profesor Rodríguez Arana, gestionando programas de colaboración.
Una vez en Santiago, Manuel y su mujer, Concha Outeiriño, orensana de Maceda. también funcionaria de la Xunta, coincidieron en la misma Consellería.
Santiago de Compostela, Santo Tomé, Maceda, Bayona, cuatro ramas donde reposar su vuelo de jubilado. Y sin perder el sosiego y la sonrisa de sus años de Lourenzá.