“¡Súplica por la paz!”, plegaria musical de García Cheda

No puedo con Cheda, músicos amigos. Lo  busqué para llenar unas líneas,  como de solapa de disco,  e ilustrar esta nueva composición  y  me llevó a los anaqueles de Heidegger y otros primos. Desisto de seguirle. Nada hay de convencional en su oficio de hacer música, de sentir la música, de vivirla y de hacerla vivir. Nos envía ahora (tercera entrega para sus excompañeros mindonienses) una obra con sonido digitalizado de dos minutos, “¡Súplica por la paz!”, titulada de este modo, entre admiraciones,  como si pretendiera agregarle impulso. Me dice que está escrita en Mi Mayor.

 

–¿Qué es, en una palabra, la “¡Súplica…!”?

–Una súplica, una oración. En realidad, casi toda la música que se ha hecho está inserta en lo religioso, no en balde el fondo de la religión está en el origen mismo de la música.

 

— Tu propósito de  evocar la paz como una urgencia, se explica por sí solo…

–En efecto. Podríamos volver a Heidegger de no resultar pedantes de tanto usarlo. Habla de los impredecibles avances tecnológicos, de la capacidad destructiva que ya poseemos, mientras Dios parece haber desaparecido del mapa-

 

–Una oración sin palabras. ¿Cómo se entiende?

–Cuando acudes ante el féretro de un ser querido y te arrodillas, no necesitas decir palabra alguna. Simplemente lloras, te emocionas. En todo caso, renuncié a escribir un texto porque se quedaría por debajo de la composición, la devaluaría. Cuando letra y música alcanzan el mismo nivel alto, diríamos que tenemos el matrimonio perfecto.

 

–Me sorprende, José Manuel,  la sobriedad instrumental de esta obra:  sólo violín y piano.

–Es más fácil hacer música con gran orquesta porque está  plagada de efectos sonoros. Lo difícil es intentar lo máximo con lo mínimo.

 

–Me has hablado repetidamente de tu disconformidad o, mejor, tu inadecuación,  a los estilos en boga. Sigues siendo un rebelde, Pepe.

— Es necesario experimentar para conocer todo en música, como enriquecer el lenguaje para escribir. Pero, como hay quien tiene un lenguaje muy rico y, sin embargo, es incapaz de escribir algo trascendente, profundo, espiritual, lo mismo pasa en la música y en todo lo demás. Experimento es una cosa, experiencia es otra. La experiencia es del espíritu. Y, como sentencian sabios a los que se exculpan por ser «hombres de su tiempo» cito: «Tú dices que eres un artista de tu tiempo; pero yo te digo: tu tiempo es un tiempo SIN ESPÍRITU; por eso tu arte es INERTE Y SUPERFLUO»

Yo creo que José Manuel me deja por imposible. Cuando no le sigo en algún concepto filosófico, me sugiere: “Habla con Ginzo, que es un sabio”;   si no llego tampoco en lo musical, tiene otra solución: “Llama a Caruncho, que es un gran músico”. Me pongo a darle vueltas a lo del “cromatismo” y, para ir a su encuentro,  me dispongo a escuchar la obra.

Ramón Barro

 

“SÚPLICA POR LA PAZ”

 

 

Biografía de José Manuel García Cheda

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