La mayor parte del tiempo libre en el Seminario lo ocupaba -por las tardes, sobre todo- el fútbol, sobre cualquier otro deporte (baloncesto y balón-volea. Había “ligas” en el Menor y en el Mayor, con equipos reducidos a nueve jugadores en razón de las dimensiones del campo. En algunas excursiones lo partidos subían de rango y jugábamos debidamente uniformados. La estampa del seminarista atajando un penalti sin desprenderse de su sotana refleja el estilo formativo y la liturgia de toda una época.
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