Pacurri: Cartas del abuelo Paco

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Ahí tenéis al insobornable Pacurri (Francisco Martínez Sánchez),  urgente abuelo “que se diría todo de algodón, que no lleva huesos”,  como Platero, escribiendo apasionadamente para la posteridad. Sus “Cosas -la primera-y Cartas -la segunda-  del abuelo Paco” llevan el sello de la longevidad literaria porque serán leídas celosamente por los nietos de sus nietos. Así de veraces y tensionadas están escritas estas pequeñas joyas intimistas que reclaman el escaparate de una librería.

Hace unos meses salió a la luz familiar “Leolandia. Cartas del abuelo Paco” (*) como regalo a su segundo nieto, de seis años. Con igual formato, le precedió “Hugolandia, Cosas del abuelo Paco”, también dirigido como un tiro al corazón del niño.

He leído “Leolandia” (no el otro,  el de Hugo) y me pregunto si esas páginas no nos convocan también a los viejecitos. Ahí están  todos los (buenos) sentimientos encubados bajo una prosa de terciopelo: la vida contada en parábolas, la moraleja sopesada, una ruta de la buena conducta, la presencia de Dios sin sobresaltos y una imaginación retrospectiva que hace del autor doblemente niño.

A lo largo de sus 60 páginas, el abuelo Paco cuenta a su nieto Leo (“León bravo”, en su origen germano, según nos ilustra el autor) en 38 epístolas que son  “como cuentos”.  Recuerda a Leo en el vientre de su madre y la “enorme fiesta” que siguió a su nacimiento. “Es que cuando nace un niño o una niña, en el mundo renace la esperanza”.  Leo llora para llamar la atención, empieza a gatear y encuentra en Olfo, “tu gatito bueno” a su primer amigo. Va biografiando Pacurri los pasos de Hugo y va dejando en el sendero un reguero de palabras encendidas. El nieto conocerá aquí el valor del sacrificio, la satisfacción por la obra bien hecha, la bondad sin recompensa, la verdad del cuerpo y del alma, la vida interior, la generosidad,  la amistad como alimento primigenio y hasta la virtud de la vejez como estación término de una vida colmada y aceptada.

Un libro imprescriptible que oculta en su sencillez una incalculable dificultad de escritura. Hay que haber leído mucho y arrojado antes muchos folios a la papelera para decir tantas cosas sabias al alcance de un inocente.

No sólo leí y releí “Hugolandia” sino que ya está el libro en manos de mi nieto Fer, también de seis años, alicantino, que vive dichoso en una casa rural donde tiene en propiedad dos gallinas. Tendré que escribirle una carta, pensando en el día de mañana.-R. B.

 (*) Edición en pasta dura y papel couché de alto gramaje

Editorial Acentuarte (Granada, 2023)

59 páginas

Letra: familia Segoe Sprint versales negrita

31 ilustraciones

Ilustración y maqueta: Adrián Martín

Ilustraciones de guarda: mamá Silvia

Colaboración; papé Juan Jesús y abuela Pepita

Autor: Francisco Martínez Sánchez, pedagogo

 

 

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