Por Ángel Felpeto (1)
El Seminario jamás estuvo ajeno a las actividades que los centros docentes del momento y su profesorado impulsaban en aquellos tiempos de cambio, previos a lo que luego supuso la nueva Ley de Educación del ministro Villar Palasí de 1970.
Se vivían momentos de cambio que no parecía que impulsara el Gobierno, sino que iban surgiendo de la propia sociedad, de las escuelas, de grupos de docentes, de distintos colectivos del mundo de la cultura y de algunos medios de comunicación que sorteaban la legalidad vigente para ir introduciendo lo que sería el germen de un nuevo sistema democrático que todavía tardaría una década en llegar.
Los seminarios, y el nuestro en particular, con todas las limitaciones, eran espacios de libertad hasta donde era posible gozar de determinados valores en aquellos años.
Y una buena muestra de ello era la posibilidad de expresarse a través de publicaciones murales permanentes o periódicos escolares que tenían una periodicidad semestral como mínimo.
La Palestra
Recordáis aquel periódico mural titulado La Palestra que comenzó siendo un espacio donde recogíamos noticias de prensa, fotografías, algo de humor y mucha noticia deportiva de orden interno, sin dejar a un lado el seguimiento de la Liga Nacional de Fútbol.
Nuestros “prefectos de disciplina” nos facilitaban el material, una gran bobina de papel de envolver de la cual cada semana cortábamos unos cinco metros que pegábamos en la pared de acceso a la capilla porque era el lugar por donde pasábamos todos. Además, añadíamos acuarelas y carboncillos que hacían más atractivo el mural.
Noticias, editoriales, artículos, humor.-Un grupo de entusiastas de esta actividad recopilaba –recopilábamos- material recortando noticias de prensa ya leída, de revistas que nos facilitaban los profesores y a cada una de ellas añadíamos un “bocadillo” comentándola. Lógicamente también publicábamos editoriales y artículos que solicitábamos a compañeros y profesorado, en este caso muchas de ellas manuscritas e ilustradas con algún dibujo del autor.
Había también espacio para el humor y la crítica que, desde el Rector hasta Casiano todo el mundo tomaba con buen humor. Porque Casiano nos inspiraba muchos de nuestros espacios de humor
Recuerdo muy bien que considerábamos un valor añadido la sorpresa y, en consecuencia, la elaboración era casi un secreto de estado que guardábamos celosamente hasta la noche que, después de que todo el mundo se había marchado a sus habitaciones, nosotros colocábamos nuestra la Palestra para que a la mañana siguiente todo el mundo se topara con ese periódico mural como si recibieras la prensa del día en tu buzón o por debajo de la puerta.
No sé si alguien conservará alguna fotografía, temo que no, porque muchas veces lo he preguntado. Incluso muchos tienen que hacer memoria para recordar de su existencia, de la cual damos fe unos cuantos entusiastas que alguna vez hemos recordado una anécdota curiosa.
Como teníamos autorización para pegar el mural en la pared después de la hora de silencio, una vez se nos ocurrió hacer una incursión al comedor y a la cocina y lo mejor que pudimos encontrar era la mantequilla que estaba preparada para el desayuno. Y quien resistía la tentación de untar un trocito de pan con mantequilla? Era pecado venial y, en todo caso, se lo confesaríamos a D. Jaime que era benévolo no, santo diría yo.
Revista Trapecio
Por un lado estaba el periódico mural La palestra y por otro Trapecio.
No recuerdo cuando nació Trapecio, solamente conservo los números 25 y 26 del segundo semestre del 67. Espero que este artículo publicado en la web sirva para poder recuperar la historia completa del periódico porque entre unos y otros podamos recuperar todos sus números. Forma parte del patrimonio del Seminario y sería bueno conservarlo.
Los contenidos de la época que yo conocí eran muy variados y las colaboraciones no se limitaban al alumnado o profesorado sino que se abría la puerta a firmas como la de Xesús Alonso Montero que en aquel momento considerábamos algo extraordinario, y lo era, por ser una figura defensora de la lengua y la cultura gallega que colaboraba en un periódico escolar “de andar por casa”. A través de Félix Villares y de mi hermano Chema, que era alumno de don Xesús, nos resultó fácil conseguirlo.
Colaboradores.-También colaboraban compañeros que se habían marchado a realizar estudios universitarios a Roma o Salamanca y ex alumnos como Rábade Paredes que ya publicaba su obra poética fuera del seminario.
En otro momento podré mostrar un ejemplo de lo que antes denominaba como ese “pequeño espacio de libertad” recuperando un artículo de Ramón Fontela Paleo sobre la Populorum Progressio que se publica el 26 de marzo de 1967 y Ramón comenta al mes siguiente en el número 25 de Trapecio con el siguiente título: La encíclica comunista.
Multicopista y máquina de escribir.-Entonces lo más novedoso era la multicopista de alcohol y manivela y con ella elaborábamos nuestro periódico, lógicamente con nuestra máquina Olivetti modernísima por ser portátil y que algún compañero tenía, todo un lujo.
Disponer de máquina de escribir hacía necesario conocer bien su manejo y pensamos que lo mejor era publicar un método de escribir a máquina “por entregas” para que ese conocimiento llegara a todos.
En apoyo de la lectura.-Fomentar la lectura era otro objetivo y una de las secciones que tuvo éxito era la publicación de las recensiones de libros. Lo hacíamos por encargo para animar a todos pero pronto no tuvimos necesidad porque recibíamos espontáneamente colaboraciones.
Dejo para próxima ocasión otro tipo de comentarios reiterando la solicitud de que quien disponga de documentación al respecto de la prensa escolar en el seminario, de cualquier época tenga la amabilidad de hacerla llegar a cualquiera de los gestores de la web con el fin de darla a conocer a todos y también poder conservarla como patrimonio de la institución.
Félix Villares
Debo decir que el impulsor y alma de todas estas publicaciones en nuestra época era Félix Villares Mouteira.
Había diversos grupos de trabajo o consejos de redacción y aunque él no figurara en todos, la verdad es que siempre estuvo detrás de estas iniciativas a las que dio continuidad posteriormente desde sus distintas responsabilidades en el seminario y en la diócesis a través de Amencer que nació en 1982 y que se sigue publicando.
- Ángel Felpeto Enríquez. San Juan de Alba, Vilalba, 1947. Profesor y expolítico