Joaquín Suárez Prado (1)
El sistema estaba organizado para confiar la disciplina y la educación cotidiana de cada grupo de estudios (Humanidades, Filosofía, Teología), a un educador individual (substituido más adelante por un Grupo de Educadores). Dentro de la institución, cada Prefecto de Disciplina -conocido como el “Superior”-, supervisaba el trabajo lectivo, el correcto comportamiento y, a medida del progreso de cada alumno en los cursos mas avanzados, su posible aptitud al ejercicio sacerdotal.
Superiores.-En la memoria de mis lectores figuran sin duda los nombres de los Superiores que les acompañaron durante su estancia en el Seminario: que la simple enumeración de algunos de sus nombres, sin pretensiones exhaustivas, sirva de reconocimiento al trabajo ímprobo que realizaron en nuestro favor, a veces poco o tardíamente reconocido. Que me sea permitido citar aquí algunos nombres:
En el Seminario Menor (Lorenzana y Mondoñedo): Darío Balea, el más ilustre y el más longevo; seguido de nombres como Manuel Teijeiro Piñón y José María Fernández y Fernández.
En Filosofía ocupa un lugar particular Digno Pacio Lindin, por el apoyo y la confianza que supo inspirar a sus alumnos; que me sea permitido citar asimismo a Enrique Blanco Pico y a Eugenio Núñez Ríos.
En fin, en Teología es el momento de recordar a Manuel Roca y a Alfonso Gil Montalvo.
… y los que ayudaban…..
Los Vigilantes.-Hasta que cada alumno pasaba a disponer de su habitación individual, ya en Filosofía, los períodos diarios de estudio en el Seminario Menor tenían lugar en una gran sala
-el estudio -, donde un centenar de alumnos trabajaba bajo la mirada atenta de los “Vigilantes” : alumnos de cursos superiores, generalmente de Teología, a los que se requería para mantener, durante el tiempo de estudio, orden y silencio en el aula.
El sistema identificaba y se hacia ayudar así por la abnegación de algunos alumnos de cursos superiores que, sin contrapartida alguna, sostenían el trabajo individual y colectivo de cada alumno de Seminario Menor.
Un esfuerzo gratuito y frecuentemente ingrato de tal calibre merece aquí el reconocimiento de los que nos beneficiamos de él. Que me sea permitido citar aquí algunos nombres: Luis Fole Freire, Enrique Blanco Pico, Manuel Grandal Gómez y Antonio María Villar Cheda, entre otros.
- Joaquín Suárez nació en Ribeira (A Coruña), en 1943. Fue profesor en el Seminario, editor en Francia y funcionario de la ONU en Viena