Eterno Diccionario de Raimundo de Miguel

Aparte del Misal -la lectura del alba para los seminaristas-  ningún libro más cotidiano e irreemplazable, ningún otro  tan identitario, útil y fatigado de uso,  socorredor, hospitalario, y ostentoso de porte  como el Nuevo Diccionario Latino-Español Etimológico de Raimundo de Miguel para los alumnos de Latín y Humanidades de nuestro Seminario. Sobre nuestro pupitre, el Diccionario emergía como un pequeño monumento, el padre de todos los libros. Cuando lo recibí en Vilanova sin que Joaquín Suárez me previniera, pensé en regresar a Ortigueira en el próximo autobús del Lorito si aquel tocho era un libro de texto más que hubiéramos de aprender  de memoria.

De ningún otro libro guardo más fundado recuerdo y gratitud porque sus frutos continuaron cuando abandoné Mondoñedo y hube de concluir el bachillerato en la Academia Santa Marta de mi pueblo. Allí era yo el latinista mayor: sacaba el Raimundo a relucir y hasta el más  aventajado reculaba intimidado. Era el único ejemplar del pueblo, aparte del de otros seminaristas. Lástima que tuvo en mis manos una vida breve, malograda por el “mal del préstamo”, ya se sabe, ese que no tiene retorno. Lo sentí,  porque en la menguada biblioteca de mi casa hay que ver cómo lucía. Estuve, pues, unos cuarenta años sin el Raimundo, pensando, como en el familiar emigrado, que algún día llamaría a la puerta. Aconteció en la Navidad de 2003. Editado por Visor Libros (Isaac Peral 18, Madrid)  en el 2000, vino a mí de la mano  del profesor de Literatura de CEU San Pablo y periodista de largo   recorrido  Luis  Blanco Vila, fallecido el pasado diciembre en Boiro, su pueblo natal. Acertó Luis, por más que  se trate de una edición, sin duda  cuidada,  pero desprovista de la pátina y sabor ateneísta de la primera, de julio de 1867. El Raimundo es hoy un huésped ilustre en mi casa y como tal es tratado. Se hace consultar cuando leo en la prensa algún latinajo digno de toda sospecha.

Raimundo de Miguel

Raimundo de Miguel y Navas nació en Belorado (Burgos) el 15 de marzo de 1816 y falleció en Madrid el 27 de marzo de 1878. Estudió Filosofía y Teología y ejerció como profesor de  Retórica y Poética antes de ganar cátedra de  Latín  y asentarse en el Instituto San Isidro de Madrid. Gozó de singular reputación en su época (Isabel II le concedió la Encomienda de Carlos III).  Fue la cara y nombre visibles en la portada del famosísimo diccionario, con prelación tipográfica sobre el coautor, El Marqués de Morante, hecho éste que subraya Luis Alberto de Cuenta en la introducción de la referida edición del 2000.

 

Marqués de Morante

Joaquín Gómez de la Cortina, que sería el primer Marques de Morante, era hijo de los Condes  de Cortina,  don Joaquín  y doña Ana, primos carnales, nacidos, respectivamente,  en Salarzón (comarca de Liébana en Cantabria) y Ciudad de México. Don Joaquín era coronel de Milicias y dueño de una gran fortuna, lo que le permitió enviar a sus tres hijos varones a estudiar a España y alejarles de las vicisitudes revolucionarias mejicanas. El joven Joaquín, nacido en México el 6 de diciembre de 1808,  se inclinó hacia las Humanidades clásicas, estudios que completó con los de Derecho. Fue cofundador, catedrático y rector de la Universidad Central,  magistrado del Supremo, bibliófilo (reunió más de 100.000 libros, parte de los cuales recabaron en  la Biblioteca Nacional y hombre de brillo en la Corte.

Además de colaborar con Raimundo de Miguel en el Diccionario, publicó una densa obra humanística. Falleció en Madrid  el 19 de junio de 1868, sin apenas haber podido saborear el éxito de su monumental obra.

Luis Alberto de Cuenca

La edición de 2000 del Diccionario cuenta con una ajustada “Introducción” a cargo del filólogo, poeta y ensayista  Luis Alberto de Cuenca, que resalta de la obra “sus muchas virtudes lexicográficas”. “Su reedición por Visor”, prosigue, “se me antoja un acontecimiento cultural de primer orden. Más de 130 años después, se podrá utilizar en España y Latinoamérica sin tener que perderse en el intrincado laberinto de las librerías de viejo.

El 30 de julio de 1867, los autores presentan su Diccionario al Real Consejo de Instrucción Pública (dependiente entonces del Ministerio de Fomento) que se lo había encomendado. Señalan la ausencia de un buen diccionario de Latín en España, “una nación”, reconocen enfáticamente los firmantes, “ que figuró tan dignamente en la sabia antigüedad Romana, y que en siglos no muy remotos fue el oráculo de las demás”.

Reproducimos la primera página de términos donde el lector percibirá la metodología y riqueza  lexicográfica de la obra.

No sólo los exseminaristas rendimos homenaje al Diccionario de Raimundo de Miguel y El Marqués de Morante. Lo hacen también las librerías especialidades modernas, He aquí una muestra recogida de internet, en la que dos ediciones de “nuestro” Diccionario compite con aportaciones de nuestros días.

Laus Raimundo, in aeternum.

 

FICHA DE LA OBRA:

  • Autores:  Raimundo de Miguel y Navas & Joaquín Gómez de la Cortina, Marqués de Morante
  • Primera edición: 1867
  • Reedición Visor Libros año 2000, facsímil de la 11ª edición corregida y aumentada de Sáenz de Jubera Hermanos, Madrid 1897      
  • Páginas:  997 Latín-Español, 256 Español-Latín, 256
  • Voces: 70.000 latinas (aprox.) y 30.000 castellanas (aprox.)
  • Prólogo. 9 páginas (metodología para su uso)     
  • Dimensiones (tapas incluidas): 33,5 cm. x 23,5 x 8,5
  • Peso: 4,3 Kgs.

 

Ramón Barro

 

 

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