
Antes incluso que Ginzo por los latines, que Cheda por la guitarra, que Domínguez por el canto, que Joaquin por su escritura. tuve yo un ídolo de adolescencia al que inútilmente intentaba emular; se llamaba Santiago Rico Méndez, era de Viloalle (1942), sonreía más que hablaba y era. como decía la prosa de entonces, “un mago del balón”. Era el compañero infinito, inabarcable. Yo ardía por salir al recreo, más que por machacarme en el patio, por ver a Rico cómo robaba la pelota, la uncía a su tibia y la acarreaba desdeñando obstáculos de una a otra portería. Cuando yo salí del Seminario, después de Quinto, él era tal vez la primera figura futbolística de la casa, junto a Domingo Barrera, futuro profesional de largo recorrido.
Se nos fue en la madrugada del viernes, 10 de septiembre. Un ictus mermó sus facultades hace algunos años, pero fue una insuperada bronquitis que acarreaba desde agosto la causa del desenlace. Sus cenizas recibirán sepultura en el cementerio de Viloalle el próximo año.

Del fútbol a Barcelona
Nada más salir del Seminario, Santiago fichó por el Club Deportivo Foz, que en la temporada 60-61 había ascendido a la Serie A Regional. En la temporada 61-62, ya con Rico en sus filas, alcanzó el segundo puesto en la clasificación.
Estuvo a prueba por el Real Club Deportivo Fabril, pero no llegó a quedarse, tentado por otras oportunidades profesionales en Barcelona. En esta ciudad trabajó como administrativo por poco tiempo en varias empresas, principalmente en la multinacional belga AGFA-Gevaert. Siguió viviendo en Barcelona con su mujer e hijos hasta el final
En verano –hasta hace tres años-, solía volver con los suyos a su querida Viloalle y a disfrutar de su familia en la Mariña lucense.

Siempre en el recuerdo
Me emociona recordar a Santiago tantos años después. Le seguí la pista mientras su nombre aparecía en la Hoja del Lunes de A Coruña con la reseña del partido de la víspera y al poco tiempo ya tuve que rastrearlo, por mediación de Espina, por Barcelona
Solo recobré su amistad en los años 90 pasados cuando Fresco Cobelo y Espina nos reunían en Mondoñedo el segundo viernes de agosto. Prematuramente, Santiago fue atenuando su proverbial vigor hasta que su familia desaconsejó su asistencia a aquellos encuentros fraternales.
Fueron ocho hermanos; uno de ellos, Antonio, también pasó pos las aulas del Seminario. Su esposa, Carmen Cabanas es natural de Villamor, al lado de Viloalle. Tuvieron tres hijos: Carmen, que vive en Barcelona; Yago, en Puebla del Condado (Huelva) y Laura, en Barcelona. Carmen presume durante nuestra conversación de sus siete nietos.

Era uno de los grandes, de los más queridos por sus compañeros, incesantemente recordado.
Así quedará para siempre en nuestro corazón y en nuestra memoria.-Ramón Barro
Gracias por esas bonitas palabras que le dedicas, a mí me gustaría destacar, que además también fue un gran padre, el mejor que un hijo puede tener. Le echaremos de menos