Montero Santalla: Um resumo histórico do Seminário de Mondonhedo

Seminario en 1959

(Nuestra humilde página web deja de serlo (humilde)  al  vestirse  hoy de pontifical para recibir un documento de excepción. Estamos ante un escrito   de nueve páginas en el que nuestro antiguo compañero y profesor  José Martinho Montero Santana nos desvela aquella Historia del Seminario de Mondoñedo que –no sin cierto temblor, según reconoce- acometió en sus años de Filosofía en Mondoñedo. Pedimos un “meritissimus cum laude” para Montero Santalla. He aquí el texto).

Por José-Martinho Montero Santalha (*)

Explicação preliminar

É sabido que o Seminário mindoniense deve a sua origem ao decreto do Concílio de Trento, do ano 1563, em que se instituíram os seminários (e por isso usou habitualmente a denominação de «Seminário Conciliar»). A decisão conciliar aprovou-se no curso da sessão 23, que teve lugar no dia 15 de julho de 1563: ficou formulada no cânone 18 (“Cum adolescentium aetas”), dentro do “Decreto sobre a reforma”. O Concílio determinava aí com admirável e sábia minuciosidade como devem constituir-se os seminários: a sua inspiração e finalidade pastoral, a formação que deve impartir-se neles, a sua sustentabilidade económica…

Em 1963 cumpriam-se, pois, 400 anos de tal decisão conciliar.

Para celebrar esse quarto centenário as autoridades do Seminário mindoniense decidiram organizar um acto comemorativo, de índole festiva e cultural. (Também outros seminários celebraram actos similares ao longo desse ano: por exemplo, na imprensa digital galega podem achar-se agora notícias sobre a comemoração nos seminários de Ourense e de Tui).

Com essa ocasião os superiores encomendaram-me a tarefa de elaborar um breve trabalho sobre a história do Seminário, para ser lido no acto que se projectava. Não saberia dizer quem foi exactamente o que me fez essa proposta. Deveu de ser D. Digno Pacio Lindín, que era o prefeito dos filósofos nesse momento (e a quem tanto devemos todos os que então fazíamos parte dessa comunidade, e ao qual eu tenho especiais razões para sentir-me agradecido). Mas parece-me recordar que também D. Eugénio García Amor, vicerreitor e prefeito de estudos, teve algo de parte na iniciativa, ou talvez foi ele o da ideia. Não sei se foi também ele ou se foi o reitor D. Justo Trashorras quem me emprestou o opúsculo de Eduardo Lence-Santar sobre a história do Seminário (“El Seminario de Mondoñedo”, Talleres de Imprenta de César G. Seco, Mondonhedo 1909), do qual extraí a maior parte da informação.

Outros superiores facilitaram-me a tarefa com outras ajudas. Lembro especialmente que o director espiritual do Seminário Maior (que abrangia as duas comunidades: de filósofos e de teólogos), D. José María Díaz Fernández, passou-me cópia dos fragmentos relativos ao Seminário que ele achara no livro “El episcopado gallego a la luz de documentos romanos” (CSIC, Madrid 1946) do Padre franciscano Manuel R. Pazos, os quais integrei no meu trabalho.

Portanto, as fontes principais da minha exposição foram o folheto de Lence-Santar antes aludido e as referências ao Seminário presentes no volume do Padre Pazos que acabo de citar, e, em menor medida, no volume 18 do Padre Flórez na “España Sagrada”, dedicado à diocese de Mondonhedo, existente na biblioteca do Seminário. Não houve pela minha parte nenhum labor de investigação arquivística ou documental.

Devo advertir agora algo que não deixará de resultar óbvio (e compreensível): que, mesmo com essas ajudas, a tarefa que se me encomendara era desproporcionada para a minha formação histórica naquela altura (cursava o primeiro ano de Filosofia). Recordo que eu elaborara algum tempo antes um trabalho académico sobre a vida de Santo Agostinho e outro sobre o romancista inglês Graham Greene, e parece-me recordar que foram estes trabalhos os que agiram como estímulo ou como pretexto para que me encomendassem estoutra tarefa.

Num princípio havia a intenção de realizar esse memorial no primeiro semestre de 1963, portanto no curso 1962-63 (que foi quando eu redigi o trabalho). Mas finalmente atrasou-se ao curso seguinte, 1963-64.

À celebração comemorativa em que li o texto, no salão de actos do Seminário, assistiu também o bispo mindoniense na altura, D. Jacinto Argaya Goicoechea. Acordo-me de que, quando acabei de ler, felicitou-me carinhosamente e perguntou-me donde sacara a informação; disse-lhe naturalmente que “a maior parte, de Lence-Santar”, e ele declarou-me que conhecia esse folheto.

Deixo o texto na língua castelhana em que foi redigido e lido, mantendo logicamente a redacção original, de estilo esquemático ou “filo-azorinesco” (“si parva licet componere magnis”…; nessa época eu lia muito Azorín, cativado pela sua singeleza sintáctica e pela transparência do seu estilo literário…). Para facilitar o seguimento da exposição introduzo títulos intermédios (incluídos entre colchetes), mormente com os nomes e cronologia dos bispos mindonienses.

[Los orígenes: el obispo Fray Pedro de Maldonado,

franciscano (1559-1566)]

 

            El 22 de octubre de 1565 el Concejo de la ciudad de Mondoñedo celebró sesión solemne. Hacía dos años que se había clausurado en Trento el Concilio Ecuménico. El fin de la sesión del Concejo de Mondoñedo era pedir al Concilio Provincial compostelano un seminario para la ciudad: se aducía que en la diócesis de Mondoñedo “había muchas abadías, prioratos y dignidades que tenían mucha renta, y se podía hacer mucho bien”. Se acordó, según la tónica de los cánones tridentinos, que en el Seminario no se admitiría ningún converso, ni que tuviese raza de judío o moro. El Concejo nombró al canónigo Pedro da Pena presidente de una comisión que solicitaría en Salamanca lo acordado. Era por entonces obispo de Mondoñedo el franciscano salmantino Fray Pedro de Maldonado (1559-1566).

 

No se sabe cuándo se obtuvo la concesión del seminario ni cuándo se inauguró.

El Padre Flórez (España Sagrada, tomo 18) dice que el seminario de Mondoñedo existía ya en 1573, tiempo de sede vacante después de la muerte del obispo Fray Antonio de Luján (1570-1572), y que poseía ya, por gestiones del Cabildo, los préstamos de Ameixide y Figueiras.

Hay también quien atribuye la fundación al obispo siguiente, Juan de Liermo (1574-1582).

Otros  –Gil González Dávila, D. Vicente de la Fuente–  afirman que el seminario fue construido aún algo más tarde, por el siguiente obispo, Caja de la Jara (1583-1593), en el año 1583.

Seminario vello

[Los inicios]

Sabemos que se estableció el seminario en dos casas, mal preparadas, una de ellas sin luces, en la calle que se llamó de Padilla  –o del Colegio–, y, después, de Alfonso VII.

Dos profesores enseñaban Gramática; el estudio duraba cuatro años; el seminario tenía un rector y un mayordomo.

 

En 1584 el Cabildo nombró una comisión para solicitar del obispo Caja de la Jara varios préstamos, entre ellos el de San Pedro de Viveiro, a fin de ayudar al sostenimiento del seminario. Don Isidro Caja de la Jara concedió lo pedido.

 

[El obispo Gutiérrez Mantilla (1593-1598): la primera reglamentación]

El obispo Gonzalo Gutiérrez Mantilla (1593-1598) redactó, por el año 1596, las primeras reglas que debía seguir la vida del centro. Más tarde, el obispo Juan Juániz de Echalaz (1645-1647) añadiría otras.

 

[La información de los archivos romanos]

El Papa Urbano VIII (1623-1644) dio nuevas normas para la elección y para el traslado de obispos. Entre estas normas están los tres interrogatorios que habían de hacerse a tres testigos distintos. El tercer interrogatorio se refiere a la diócesis ad quam y consta de trece puntos; el punto 12º se refiere al seminario: “Si hay erección de seminario y cuántos niños se sostienen en él”.

Por ello, a partir de ese momento la historia del seminario cuenta con una fuente no explotada hasta la fecha: las relaciones de esos interrogatorios, que se conservan en los archivos romanos (del Vaticano y de la embajada española ante la Santa Sede), publicadas por vez primera por el Padre franciscano Manuel Pazos en su obra El episcopado gallego a la luz de documentos romanos (1946).

De los interrogatorios que atañen a nuestra diócesis en esta primera época se echa de ver que algunos testigos no distinguen suficientemente entre el seminario y la inclusa de Mondoñedo, existente ya entonces, como consta por otros puntos de los mismos procesos. De ahí que encontremos alguna vez la expresión “seminario de niños expósitos”.

Anotaremos en los momentos correspondientes los datos que nos proporcionan esos interrogatorios de Roma para estos años.

 

[Sede vacante de 1630]

En 1630 el testigo afirmaba que existía un seminario “de la advocación de Santa Catalina, donde se crían seis niños, y hay en él estudio de Gramática”.

 

[Sede vacante de 1633]

En 1633 el testigo Don Alonso de Espinosa, racionero de la catedral de Mondoñedo, afirma que hay un seminario de niños expósitos. Otro testigo, Don Matías López, canónigo mindoniense, decía que en él “se lee Gramática”.

 

[Sede vacante de 1636-1638]

En 1638: hay seminario de niños expósitos.

 

[Sede vacante de 1644]

En 1644: “Hay un seminario de estudiantes”.

 

[El obispo Juan Juániz de Echalaz (1645-1647): nueva reglamentación]

Completando la primera reglamentación del seminario establecida por el obispo Gonzalo Gutiérrez (1593-1598), el obispo Juan Juániz de Echalaz (1645-1647) añadió nuevas reglas.

 

[Sede vacante de 1662-1663]

En 1663, un siglo después de clausurado el Concilio de Trento, era rector del Seminario el canónigo Francisco Maseda de Vaamonde, y mayordomo Diego Varaona.

Los gastos del Seminario en este año fueron 5582 reales. Las rentas o ingresos marcaron superávit con una suma de 8050 reales.

En el interrogatorio de Roma fue testigo el mismo rector Maseda, y decía:

 

“Hay un colegio de estudiantes donde se enseña Gramática, el cual es muy pobre, y el obispo pone un canónigo por rector dél; sábelo por haberle visto”.

 

Otro testigo añadía: “donde se juntan muchos” niños.

 

El Seminario disponía por entonces de los préstamos de Estelo, San Pedro de Viveiro, Anca, Meilán, Figueiras, Lieiro, Bián, Abeledo, Castro de Rei, Foz, S. Julián de Mos, Codesido y Villaselán. Y de la prebenda del Maestrescuela de la catedral.

 

[Sede vacante de 1668]

Año 1668: “Hay seminario de niños”.

Otro testigo: “Hay un Colegio seminario con su preceptor de Gramática”.

Otro aún añadía que “de niños que se crían para el servicio de dicha catedral”.

 

[Sede vacante de 1671]

Año 1671: Hay un seminario en que “se enseña latinidad y se sustentan hasta diez o doce colegiales”.

 

 

[El obispo Fray Miguel Quijada (1690-1698)]

En el pontificado del monje cisterciense Fray Miguel Quijada (1690-1698) se intentó encomendar la enseñanza en Mondoñedo a los jesuitas, pero esta idea no llegó a consumarse “por defecto de no haberse entregado las cartas ni héchose las más mínimas diligencias en Roma”.

 

[Sede vacante de 1698]

Año 1698: “Hay un seminario de niños y estudiantes”.

 

Por el año 1700 existían ya en la capilla del Seminario las capellanías de Santa Catalina y de San Nicolás, trasladadas de la catedral. Se ve que el hecho de que San Nicolás sea en la actualidad patrono de los seminaristas latinos no nació de un capricho de hace unos años: tiene su fundamento en la historia del Seminario, aunque no lo tenga en la vida del santo.

 

[El obispo Navarrete Ladrón de Guevara (1699-1705: constituciones]

El obispo Navarrete Ladrón de Guevara (1699-1705) redactó ocho constituciones, cuando era rector Juan de Tejada. En ellas se disponía que el Maestrescuela de la catedral nombrase los preceptores de Gramática y Latinidad, tras haberse puesto de acuerdo con el obispo y el Cabildo. Y que el rector y el mayordomo fuesen elegidos cada cuatro años. (A la vista de esta norma diríamos que las ideas de inspiración democrática que comenzarían a abrirse camino en el siglo XVIII  –por ejemplo, en la Constitución de los Estados Unidos–  estaban ya presentes muy tempranamente en Mondoñedo. En realidad, habría que comprobar si esa regla estaba motivada por nuevas ideas, que por aquellos tiempos (1705) sería cosa rara estuviesen tan propagadas, o si porque los cargos de rector y mayordomo no eran tan deseables como para aceptarlos a la buena por un período indefinido). No sabemos cuándo dejó de seguirse dicha norma, ni siquiera si se cumplió alguna vez.

 

[Sede vacante de 1705]

En ese año 1705 el testigo Luis del Río afirmaba en su respuesta al interrogatorio de Roma:

 

“Hay un seminario con diez y seis estudiantes porcionistas, que se sustentan por fundación particular que hay destinada para este fin”.

 

[El obispo Muñoz Salcedo” (1705-1728)]

[Los jesuitas]

En la sesión del 15 de julio de 1711, el alcalde de Mondoñedo, Salvador de Luaces Navarro, propuso al Concejo la idea de establecer en el Seminario una comunidad de jesuitas, “que tomasen a su cuidado la enseñanza de la Gramática y de los niños en el arte de leer y escribir”. Como hemos visto, antes se había intentado esto en el pontificado de Fray Miguel Quijada (1690-1698), pero no se había conseguido. El Concejo aprobó en pleno la propuesta del alcalde y nombró una comisión para tratar el asunto con el obispo y el Cabildo. Al obispo, Fray Juan Muñoz Salcedo (1705-1728), le agradó el deseo del Concejo; pero se tropezó en el Cabildo, que excusó ser una cuestión que requería mucho examen.

En 1722 se emplearon en la modernización del edificio seis mil reales. Era rector Pedro de Leiba, y mayordomo Manuel Suárez.

En 1725 se instalaron las tuberías de desagüe de los servicios. Costaron mil quinientos reales.

 

[Sede vacante de 1728]

Según los documentos vaticanos las afirmaciones de los testigos fueron en 1728: “Mantiene doce estudiantes gramáticos con rector y renta competente”.

Otro testigo decía:

 

“Está fundado según la disposición del santo Concilio tridentino, con doce estudiantes […] que sirven en la catedral los días de fiesta”.

Mondoñedo siglo XVIII

[El obispo Sarmiento, benedictino (1728-1751)]

El 31 de diciembre de 1728 aconteció un incidente insólito y notable: el rector, Pedro de Leiba, canónigo y Maestrescuela, abandonó medio misteriosamente el Seminario. La información redactada en el día siguiente da cuenta precisa del enigmático caso:

 

“Ayer, que se contaron treinta y uno de Deziembre del año pasado de mill settezentos y veinte y ocho, se dio noticia que el Dr. D. Pedro de Leiba, canónigo dignidad de Maestrescuela en la Santa Iglesia de dicha ziudad y rector que era del Colegio Seminario de Santa Catthalina de ella, avía desamparado por la tarde del mismo día dicho Colegio, dejándole y a los colegiales de él sin disposizion alguna de criada ni criado que los sirviese, ni trigo cozido ni en grano para el gasto, ni leña con que azer de comer, y sin saver a quien entregó las llaves y más alajas de dicho Colegio”.

 

Quedaban, pues, los seminaristas sin criados ni alimentos.

Con este motivo el Protonotario Apostólico mandó hacer un inventario de todo lo existente en el Colegio. Por ese inventario sabemos que en el retablo de la capilla se encontraban dos imágenes de S. Nicolás y una de Santa Catalina. Y que había un maestro de mayores (que era Francisco López de Bouza) y otro de menores (Antonio da Costa y Senra), y un ayudante.

[Sede vacante de 1752]

El testimonio de los interrogatorios romanos para 1752 dice que había seminario y

 

“serán doce estudiantes de Gramática en el mismo colegio, con el maestro; tienen su fámulo y servidores, y asisten a la catedral”.

 

Otro testigo decía que eran dos los maestros.

 

Tratando de estas mismas épocas nos dice el Padre Flórez que los colegiales estudiaban cuatro años.

 

[El bispo Losada Quiroga (1762-1779): construción del edificio actual]

En 1766, siendo rector Ignacio de Prado Seijas, se gastaron dos mil trescientos reales en obras.

Había un profesor de canto, que tenía de sueldo 330 reales al año.

En 1767 sumaron los gastos del Seminario 13.016 reales, y los ingresos 15.246, con un superávit de 2230 reales.

En 1768 el maestro de mayores tenía de sueldo anual 37.400 maravedís; el de menores, 22.440; el mayordomo 13.600; el médico 3.400, y el cirujano tres mil.

 

Y con esto empieza una nueva época en la historia del Seminario mindoniense.

El obispo Losada Quiroga (1762-1779) decidió construir un nuevo edificio para Seminario, amplio y moderno. Se escogió para ello la huerta llamada del Turrillón, que era propiedad de la Mitra, con una extensión de veinte ferrados. Antonio Arias y Somoza, Arcediano de la catedral, hizo entrega al rector (que era el canónigo Manuel Villares) de setenta mil reales, con la condición de que en el nuevo edificio se establecería una escuela de primeras letras para niños, “pobres y ricos”. Y para ese mismo fin el Concejo de Mondoñedo cedió al Seminario la obra benéfica llamada «Pan de pobres», cuyos ingresos el Concejo hasta entonces había destinado a la enseñanza.

El nuevo Seminario comenzó a construirse en 1770 bajo la dirección del maestro de obras Ignacio Estévez, procedente de Santiago.

En 1771 se obtuvieron del monasterio de benedictinos de Lorenzana cien mil reales, y en 1774 otros quince mil.

 

[Nuevas constituiciones (1772)]

En 1772 el obispo Losada Quiroga decidió reexaminar por sí mismo las constituciones vigentes en el Seminario.

Después de revisadas y aprobadas por el obispo, estas nuevas constituciones fueron presentadas al rey, Carlos III. El rey las confirmó por cédula real, reservando para la corona el derecho de que no se pudiese añadir o quitar nada sin su aprobación. En la cédula se advertía además que, en virtud del patronato que le pertenecía sobre el centro, el rey podría hacer visitar y examinar el Seminario cuando creyese haber causa suficiente. Sabemos que en la cédula trabajó sobre todo el conde de Aranda.

Según estas nuevas constituciones, en el Seminario se enseñaría latín, dos cursos de Filosofía por el padre Goudin, y cuatro de Teología (dos de Moral por el Catecismo del Concilio de Trento, y dos de Sagrada Escritura y Casuística moral).

El Seminario concedería cada año 25 becas: 10 para gramáticos, 5 para filósofos, 5 para Moral, y 5 para pasantes.

Los profesores serían: dos para Gramática (con un sueldo de 100 ducados anuales), uno para Filosofía (con 150 ducados de sueldo anual), y uno para Moral y Disciplina Eclesiástica (con 160 ducados de sueldo). Todos los profesores podrían ser seglares, pero se procuraría que fuesen sacerdotes. Las constituciones mandaban además que hubiese un profesor de canto, que sería un salmista de la catedral.

El Seminario tendría su rector, con un ayudante; dos criados, dos cocineros, mayordomo, médico y cirujano.

 

[En el nuevo edificio (1772)]

La vida escolar en el nuevo edificio comenzó ese mismo año 1772. Sin embargo, los estudios de Teología no fueron efectivos hasta diez años más tarde.

La construcción se dio por terminada en 1775.

 

El Padre Pazos dice que por entonces los alumnos del Seminario eran: 30 teólogos, 50 filósofos y 120 gramáticos. Pero en 1780 un testigo informaba que había un Seminario “para estudiar Gramática, que serán el número de diez y ocho a veinte y quatro colegiales, que su renta le parece asciende a dos mil ducados”. Suponemos que el Padre Pazos se refiere a los alumnos externos y el testigo a los internos, de 18 a 24.

 

[Los fondos económicos]

En 1777 el obispo pidió al rey Carlos III concediese al Seminario algunos beneficios de la diócesis. El rey concedió lo solicitado: los beneficios se agregarían al Seminario cuando vacasen, y sumaban al año más de dieciocho mil reales. La mayor parte los poseían sacerdotes de la diócesis. Provenían de las siguientes parroquias: Gerdiz, San Pedro de Labrada, Sumoas, Aldurfe, Suegos, A Devesa, Vilameá, Santa Marta de Meilán, Coubueira, Úbeda, A Guarda, Bretoña, Miñotos, Santa María Mayor y Santa Leocadia.

Con la concesión de estos beneficios al Seminario quedaba perjudicado el cabildo. Para compensar este daño se dirigió al rey pidiendo que el beneficio de San Juan de Villaronte se concediese a la fábrica de la catedral. Pero el obispo informó al rey que estas pérdidas se veían compensadas con los servicios que los seminaristas prestaban en la catedral. La Real Cámara comunicó al prelado que los servicios de los seminaristas en la catedral serían solamente los días festivos, de acuerdo con el concilio de Trento; porque, de ser diariamente, más bien había de llamárseles criados del cabildo que alumnos del Seminario.

 

[La biblioteca del Seminario]

En 1771 el rey Carlos III había dispuesto que se crease una biblioteca pública en Mondoñedo. El obispo Losada Quiroga solicitó del rey que la biblioteca se estableciese en el nuevo edificio del Seminario. El rey concedió lo solicitado, y el obispo Losada inauguró la biblioteca cediendo al Seminario su librería particular. En 1778 la biblioteca se componía de 245 obras, la mayor parte dadas por el prelado y otros sacerdotes, y muy pocas compradas.

 

[El obispo Cuadrillero Mota (1781-1797)]

El obispo Cuadrillero y Mota (1781-1797) estableció un profesor de Teología con un sueldo de 100 ducados al año.

Los cursos de Filosofía y Teología fueron incorporados a la Universidad de Santiago. El obispo estableció además una Academia en la que todos los domingos del curso se tendrían ejercicios de argumentación.

El curso empezaba en octubre y terminaba a mediados de agosto. Todos los alumnos debían matricularse en el plazo comprendido entre el principio de curso y el día de Santa Catalina, patrona del Seminario (25 de noviembre).

El obispo mandó que en un libro se fuesen apuntando todos los alumnos matriculados y en otro la aplicación de los seminaristas y sus calificaciones.

También el obispo Cuadrillero cedió su biblioteca para el Seminario; incluso los libros prohibidos: habrían de colocarse en cajones cerrados con llave, y sólo los podría leer quien tuviese licencia del obispo y del Inquisidor; las llaves las tendría el rector.

 

[Sede vacante de 1797]

De 1797 nos dice el interrogatorio que el testigo sabe que hay

 

“un Colegio seminario conciliar gobernado por un rector, canónigo de la misma santa Iglesia, con sus correspondientes catedráticos para enseñar las facultades de Sagrada Teología, Filosofía, Gramática, Retórica y primeras letras, y sabe también que está incorporado a la Universidad de Santiago, y que las cátedras son de la provisión de Su Majestad Católica, y que sustenta unos cuarenta colegiales, y admite a la enseñanza pública a cuantos jóvenes quieren aprovecharse de ella, y que sus rentas, que consisten en prestameras y diezmos, pasan de cuatro mil ducados”.

 

[Cuartel de las tropas de Napoleón (1809)]

El 25 de enero de 1809 entró en Mondoñedo el ejército de Napoleón, al mando del General Fornier, que ordenó alojar las tropas en el Seminario. El ejército francês permaneció en Mondoñedo unos tres meses, hasta el mes de abril de ese año 1809. Antes de marcharse fusilaron al cura de San Julián de Mourence.

 

[El obispo Bartolomé Cienfuegos (1816-1827)]

El obispo Bartolomé Cienfuegos (1816-1827) intentó nuevamente traer jesuítas al Seminario, restablecidos en España por el rey Fernando VII (habían sido expulsados por Carlos III en 1775). Pero la pronta reexpulsión dejó en el aire el deseo del obispo.

 

[La primeira guerra carlista: fortificación del Seminario (1835-1841)]

En 1833 comenzó la primera guerra carlista.

En 1835 el comandante militar de Mondoñedo, José Manuel de Meñaca, solicitó que se fortificase el Seminario a fin de poder resistir un posible golpe por sorpresa de los carlistas. No sabemos si concedería esto de buena voluntad el obispo López Borricón, que era de fuertes ideas carlistas (murió siendo Vicario general castrense del ejército de D. Carlos). De todas formas, se derribaron las murallas que rodeaban la huerta del palacio episcopal y con esta piedra se construyeron ante el Seminario dos tambores rodeados de fosos. Las ventanas del Seminario fueron convertidas en aspilleras. Las clases tuvieron que ser trasladadas al ex-convento de San Pedro de Alcántara. Al Seminario se entraba por dos puentes levadizos. El fuerte tenía su jefe.

Esta situación duró hasta el año 1841, cuando ya se había terminado la primera guerra carlista y D. Carlos se había refugiado en Francia.

 

[La biblioteca del monasterio de Lourençá]

En 1835 el gobierno de Mendizábal suprimió los conventos y mandó a los gobiernos civiles incautarse de sus bienes.

El Concejo de Mondoñedo suplicó entonces a la reina Isabel II concediese al Seminario la gran biblioteca del monasterio benedictino de San Salvador de Villanueva de Lorenzana. La reina contestó con Real Orden al jefe político de la provincia, Francisco Gorría: los libros serían trasladados a la biblioteca del Seminario mientras no se formase una biblioteca provincial. Pero la desconfianza del gobernador no permitió que los libros llegasen al Seminario.

A pesar de todo, en 1843 se consiguió traer algunas obras; las mejores, sin embargo, habían sido llevadas antes para la biblioteca provincial de Lugo.

 

[El obispo Telmo Maceira (1853-1856)]

El obispo Telmo Maceira (1853-1856) mejoró el Seminario.

Nombró rector a Fermín Álvarez, monje benedictino del monasterio de Lorenzana.

Se propuso también ampliar el edificio, y encargó a un arquitecto el plano, pero, por causas que desconocemos, no llegó a hacerse nada.

 

[El obispo Ponciano de Arciniega (1858-1868)]

El obispo Ponciano de Arciniega (1858-1868) siguió la idea de su antecesor: trajo un arquitecto, y se hizo un plano bellísimo de las obras, cuyo coste sobrepasaría el millón de reales.

Pero pronto murió el prelado y quedó el Seminario como estaba.

 

[El bispo Palacios (1878-1885)]

El obispo José Manuel Palacios López (1878-1885), burgalés de nacimiento pero criado en Mondoñedo y formado en su Seminario, aconsejó al rector que se comprase un gabinete de Física y Química. Y se compró el gabinete, a cuenta del Seminario.

 

[El obispo Cos y Macho (1886-1889): el segundo piso (1888)]

El edificio del Seminario venía resultando insuficiente para el elevado número de alumnos. Para remediarlo, en tiempo del obispo Cos y Macho se decidió levantar sobre el edificio existente un segundo piso. Las obras se realizaron en 1888.

 

[El obispo Fernández de Castro (1890-1905)]

El obispo Fernández de Castro (1890-1905), asturiano, decidió construir el primer salón de actos.

Y consiguió del Concejo de Mondoñedo una fuente de agua potable para suministrar al Seminario.

En 1892 estableció la cátedra de Arqueología, y al morir cedió su librería a la biblioteca.

 

[El obispo Solís (1907-1931)]

El obispo Juan José Solís (1907-1931), asturiano, estableció en el Seminario y en la catedral el canto gregoriano, obedeciendo al decreto del papa Pío X; para ello trajo del monasterio de Samos dos monjes benedictinos. El canto gregoriano se inauguró en Mondoñedo el 26 de noviembre de 1907, celebrando el milenario del nacimiento de San Rosendo, patrono de la diócesis.

En este mismo año 1907 el Teniente Vicario General de Cádiz, ex-alumno del Seminario, regaló para la biblioteca más de un millar de volúmenes.

El obispo Solís suprimió la carrera abreviada en los estudios sacerdotales: por una parte, no había tanta escasez de clero como en otros tiempos, y, por otra, los nuevos tiempos exigían de los sacerdotes una adecuada formación intelectual.

 

 

 

[Alumnos internos]

Hasta 1930 la mayor parte de los alumnos eran externos; entonces se hicieron todos internos y, con este motivo, para el centenar de estudiantes matriculados fue preciso ampliar el edificio, construyendo un nuevo pabellón: correspondía al que ahora ocupa la prolongación este de la fachada, donde está el salón de actos. Pero toda esa construcción hubo que derribarla más tarde, cuando la construcción definitiva que se llevó a cabo desde los últimos años 40 hasta el 56.

 

Libro de Lence-Santar

(*) José Martín Montero Santalla 1962-1963, 1º de Filosofía

 

 

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