(La Voz de Galicia. A Mariña. 23 mar 2024)
(A mi amigo el ortegano Ramón Barro Bello, con gratitud).
Querido Amigo: Después de cinco o seis años vuelvo a Viveiro a disfrutar de la Semana Santa. Para un ortegano como tú resulta familiar nuestro orgullo vivariense cuando afirmamos sin tapujos que es la mejor Semana Santa de Galicia. Nada edificante, cristianamente hablando, resultaría decir que es mejor que la de Ferrol, por más que el National Geographic haya afirmado que esa es la mejor de España. Me decías tú en una ocasión algo así como que el mejor pueblo del mundo era el tuyo, no porque lo sea objetivamente, sino porque es el tuyo. Me pareció que se lo atribuías a Séneca. La frase me pareció ser muy cierta: mi edén particular es Viveiro, después está el resto. ¿Quieres más chouvinismo? Ja, ja…
Con motivo de nuestra estancia nos acompañaron a una visita cultural y gastronómica nuestros compañeros de promoción de Magisterio del 67 y la verdad es que quedaron impresionados por la magnificencia y esplendor de la Semana Santa de Viveiro. Incluso a mí, que tantos años estuve involucrado en ella, me dejó perplejo. Sin duda, como patrimonio, como evento cultural o como espectáculo, resulta grandiosa. La religiosidad y la coherencia cristiana es cuestión personal.
Como bien sabes, a nosotros nos enseñaron en el catecismo o en el seminario otro Cristo. Nunca entenderé que haya en Málaga una Cofradía que se llama Jesús el Rico. Sigo pensando que Jesús fue pobre, sencillo, humilde, coherente. A mí siempre me molestó el boato, el oropel y la suntuosidad, los realengos, las pasarelas vanidosas y la superficialidad. Todavía me conmueven la simplicidad de los autos sacramentales. Mi Cristo siempre fue al mar, trabajó en el campo o de repartidor. Siempre durmió en camas calientes, siempre soportó impertinencias de los poderosos, siempre vivió alejado de soberbios y vanidosos, nunca habló de dinero, expulsó a los mercaderes, vivió rodeado de los más humildes y no juzgó perdonando a pecadores y prostitutas. Aquel Cristo siempre sudó para dar el pan a sus hijos, siempre dio ejemplo de amor.
Hoy mi Cristo está muriendo en Ucrania o Rusia, está sufriendo la mayor y espeluznante catástrofe en Gaza realizada por un pueblo sin memoria como es el judío. Vergüenza debieran sentir los hijos de la víctimas del Holocausto viendo a sus crueles dirigentes masacrar a otras gentes. Lejos está el Dios del Amor, el Perdón y La Misericordia de tantos locos fanáticos religiosos que masacran seres inocentes, sean adultos o niños. Ningún dios de ninguna religión manda tales barbaries.
Y para terminar, déjame sentir como míos unos versos de la Pasión de Cristo de Gabriela Mistral al Cristo de los desamparados que encaja perfectamente aquí:.. “yo necesito una imagen/de Jesús el Galileo/ que refleje su fracaso/ intentando un mundo nuevo/que conmueva las conciencias/ y cambie los pensamientos./ Yo no la quiero encerrada/ en iglesias y conventos/ ni en casa de una familia/ para presidir sus rezos/ no es para llevarla en andas…. Vaya a buscarla a las calles/ entre las gentes sin techo/ en hospicios y hospitales/ donde hay gente muriendo/ en los centros de acogida/ en que abandonan a los viejos,/ en el pueblo marginado,/ entre losa niños hambrientos,/ en mujeres maltratadas,/ en personas sin empleo./ Pero la imagen de Cristo/ no la busque en los museos,/ no la busque en estatuas/ en los altares y templos. /No siga en las procesiones/ los pasos del Nazareno,/ no lo busque de madera/ de bronce de piedra o yeso,/ mejor busque entre los pobres/ su imagen de carne y hueso.
Para mí es la mejor poesía religiosa que conozco. Porque aquí radica la esencia del cristianismo. Después hay miles de cosas, entre ellas un gallo de seis mil euros. ¿Cuántos bocadillos en Etiopía? Perdón por la indiscreción.
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