Ángel Felpeto conmovió a los toledanos en su Pregón del Corpus

Ángel da lectura al Pregón

Toledo, 8 junio.-Nuestro compañero Ángel Felpeto conmovió  esta tarde-noche los corazones de los toledanos asistentes, en el Teatro Rojas, al Pregón de la Fiesta del Corpus, otorgando a este acto una vibrante  emoción desprendida del relato de las fiestas del Corpus vividas desde niño por el protagonista.  Se hablaban presentes, en un coliseo abarrotado de público, la alcaldesa de Toledo, el arzobispo y las demás autoridades y representaciones de la ciudad y de muchos municipios de la provincia. Ángel quiso ilustrar su disertación con un regalo musical: dos movimientos de la Opus 73 de Von Weber, interpretados por el pianista local Juan José Montero, y por su propio nieto, Ángel Lobato Montero,  al clarinete.

Nieto y aventajado clarinetista

 

Los Corpus vividos por Felpeto 

 

Así lo cuenta nuestro amigo Ángel:

Mi primer Corpus en Toledo, jueves 25 de mayo de 1978. En agosto del año anterior había llegado con mi familia y nos disponíamos a vivir nuestro primer Corpus en la ciudad que nos había acogido y donde ya habíamos decidido quedarnos. Los compañeros de trabajo se esforzaban en contarnos cómo había que recorrer las calles la noche anterior, y   los lugares más indicados para ver y vivir la procesión. Pero hay cosas que nadie te puede contar.

Con nuestro hijo de la mano y nuestra hija   en su carrito de bebé, salimos aquella tarde dispuestos a desfilar detrás del cortejo tal y como aparecía en el programa: Desfile por las principales calles de la Ciudad de la CABALGATA PREGON DE LAS FIESTAS, con Heraldos. Gigantones y Cabezudos. Y finalizado el desfile: En el Parque Infantil del Alcázar. JUEGOS PARA NIÑOS.  Y después, a la Vega, a cenar pollo asado con ensalada tal y como me habían indicado que era la costumbre.

En esos años la Tarasca no formaba parte del cortejo festivo.

No podía imaginar que hoy cuarenta y cuatro años después tendría la oportunidad y el honor, que agradezco a la Alcaldesa, de ser el pregonero de la fiesta, la voz que traslade en nombre de los toledanos más allá de las murallas, que la ciudad está de fiesta y que abre sus puertas a todos para celebrar su semana grande.

Unos cuantos años atrás mis vivencias eran diferentes. Un niño de nueve años en la aldea gallega que me vio nacer vivía el primer Corpus del que tengo conciencia, un día de fiesta donde los olores, los sabores y los sentimientos eran otros, pero que me sirvieron para poner en valor la solemnidad, la tradición y la historia de lo que he podido vivir luego durante casi medio siglo en la ciudad que me acogió y a la que el destino me vinculó para siempre.

En mi tierra de nacimiento la alfombra era de espadaña e hinojo; pero mi primera mañana de Corpus en Toledo,   pisando con respeto el tomillo y admirando los tapices de la catedral bajo los toldos, todo para mi fueron recuerdos y todo resultaba solemne y con sabor a historia.

Como en un sueño, recordaba aquella pequeña custodia y aquel humilde palio portado entre otros por mi abuelo detrás del que desfilábamos los niños y niñas de primera comunión, pero todo se había transformado como por arte de magia en un gran palio que cubría la ciudad, en uniformes de clero y de ejército, cofradías y capítulos, pueblo llano vestido de fiesta, flores y colgaduras que daban    escolta a una custodia majestuosa. Lo que no había cambiado es el silencio y el respeto ni por supuesto lo que daba sentido a la fiesta, la Eucaristía.

Gratitud debo a esta ciudad por los años que pude vivir el Corpus con responsabilidades en la organización de la fiesta y con íntimos sentimientos en la celebración religiosa y viviendo la procesión desde dentro.  En esos años pude valorar lo que significa para los toledanos la recuperación de su patrimonio y sus tradiciones. Pude valorar lo que significa pisar el primer tomillo y oler a calle mojada al amanecer del jueves y tuve el honor de participar en un cortejo que representa a la ciudad y que nunca antes pude imaginar.

Durante el recorrido, cada uno de esos años lo recuerdo como un sueño en el que iba apareciendo la imagen de mi viejo cuaderno de escuela con una fecha: miércoles 19  de junio de 1957. Un dibujo infantil de una custodia y un lema debajo: DÍA DEL AMOR FRATERNO. Sueño que quisiera transformar en realidad porque nuestra fiesta es una fiesta de AMOR y de FRATERNIDAD, Toledo es un lugar de encuentro. Y desde esta ciudad milenaria, donde la convivencia pacífica históricamente se impuso a la intolerancia, nos gustaría pedir que fuese ejemplo de paz, serenidad y acuerdo para el mundo en este momento difícil.

Como pregonero les invito a vivir la fiesta con intensidad desde que la Tarasca salga de la plaza del ayuntamiento hasta que la custodia entre en la catedral y los pétalos de rosas caigan sobre ella como homenaje de devoción y respeto.

Con estos versos de D. Antonio Celada, les deseo un FELIZ CORPUS 2022

Que se coloquen los toldos

Para que no queme el sol

Y que adornen los tapices

El templo en su alrededor

Que el Señor de los señores

Va a salir en procesión

 

                                                                                              Ángel Felpeto Enríquez

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