El Seminario de Mondoñedo de 1970 a 2013

Nuestro  Seminario  “tiña sido sobre todo un referente non só eclesiástico senón tamén da cultura de Galicia”. Esto escribe nuestro antiguo compañero Antonio López Díaz (Barreiros, 1964), (1),  en el libro “Seminario de Mondoñedo. 1565-2013”, editado en 2015 con ocasión del homenaje rendido a la institución por sus antiguos alumnos.

Antonio reseña en su enjundioso  trabajo los hechos más relevantes de la evolución ideológica y formativa operada en el Seminario mindoniense en la etapa que va de 1970 al final de su vida lectiva, en 2013.  .

Las líneas que siguen tratan de subrayar, resumidamente, el contenido del texto del profesor López Díaz.

Década de los 70

“La década de 1970 supuso la mayor transformación que se ha operado en la orientación, formación e incuso en las personas responsables del Seminario”, afirma Antonio. Pero ya antes de los 70 había algunos elementos reveladores del cambio, desde las fotos del claustro (“las mirábamos con una distancia de siglos”) a la caída en desuso de la sotana, incluso entre sacerdotes. Cumple subrayar, sobre todo, la transformación  ejercida sobre la planificación y la actividad formativa. El Seminario de Vilanova de Lourenzá (1942-1970) era ya  historia y la formación de los seminaristas había pasado por entero a  Mondoñedo.

López Díaz apunta los siguientes cambios en el Seminario en estos últimos años del franquismo:

  • Ley General de Educación de 1970. Los estudios en el Seminario se adaptan a la nueva norma. Los más jóvenes siguen la nueva EGB en las propias aulas del centro, en tanto que los alumnos del BUP acuden a las clases en el Instituto San Rosendo de la ciudad. Esto permitía el contacto con otros compañeros de uno y otro sexo, cosa impensable solo unos años atrás, y proporciona a estos jóvenes un baño de realidad y mejor conocimiento del mundo.
  • El Seminario se convierte en una alternativa a la concentración escolar, ofrece régimen de internado, facilita actividades complementarias culturales y deportivas, “Mucha gente optaba por el Seminario no por razón de nuestra vocación religiosa, sino por su condición de centro privado al cual nuestras familias , con sacrificios importantes, trataban de ofrecernos la mejor oportunidad educativa”, dice el autor del trabajo.
  • Segundo cambio: se percibe una clara orientación de la función del Seminario que, aun manteniendo el objetivo de incentivar los estudios religiosos, asumía decididamente el rol de colegio privado, ofreciendo así una salida para mucha gente ante las insuficiencias de la enseñanza pública,
  • Hay claras señales de un cierto aire de modernidad y renovación que, más allá de la indumentaria, tenía mucho que ver con un relevo generacional y con la incorporación de sacerdotes, jóvenes en edad y también en ideas. Estos nuevos aires afectaban tanto a la vida interna como a la puesta al día de ceremonias tradicionales (“cuántas veces cantábamos en la misa el Canto a la Libertad, de Labordeta, o una versión sui generis y adaptada de Belfast”, rememora Antonio), al  uso del gallego, a la introducción de nuevas actividades (revista Amencer) o a la proyección exterior del Seminario, en la que el deporte jugaba un papel central.

 

Orígenes del cambio

“Todo esto -escribe López Díaz- no ocurría por azar, sino por un conjunto de circunstancias favorables de orden económico-social, político y también ligadas a la vida de la Iglesia”.

 

Concilio Vaticano II

No fueron menos importantes, sin duda, los cambios focalizados en el Concilio (1962-1965), que pretendía promover una puesta al día de  la Iglesia en la sociedad mediante una renovación de fondo y forma basada en la apertura dialogante con el mundo moderno. Esto afectó tanto al ministerio y vida sacerdotales (Decreto Presbyterorum Ordinis, de 1965) como a la organización de los estudios y de la formación general de los sacerdotes, como también a la vida de la Iglesia, y no solo en la dimensión de su vocación celestial sino en la parte que le concierne en el ámbito del progreso y en la extensión de la educación. Dice la Declaración Gravissimum Educationis: “Todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en cuanto partícipes de la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable  de una educación  que responda al propio fin, al propio carácter, al diferente sexo conforme a la cultura y a las tradiciones patrias, y, al mismo tiempo, que esté abierta a las relaciones fraternas con otros pueblos…”

 

Obispo Araújo

  • Este ápoca coincide con el nombramiento de don Miguel Ángel Araújo Iglesias como obispo de Mondoñedo (seis de septiembre de 1970). Monseñor Araújo fue un decidido defensor e impulsor de la adaptación de la Iglesia conciliar, con un compromiso social y cívico que, junto a otros obispos, fue importante en la transición de la dictadura a la democracia. Su compromiso con Galicia, su cultura y su lengua se revela en estas palabras suyas: “A lingua materna con é un elemento accesorio ou advenedizo na constitución da personalidade; Non é un elemento perturbable á vontade, é un condicionante pertinente do que non é posible prescindir sin provocar un trauma interior”. La doctrina de la Iglesia proclama repetidamente el respeto a la lengua de cada pueblo,

 

  • En el Seminario, pese a la enseñanza en castellano, se usaba el gallego con normalidad, también en las celebraciones litúrgicas. Antonio López Díaz recuerda en este punto a sus “educadores” Juan Carlos Calvo, Luis Ledo Álvarez, Félix Villares, con Darío Balea Méndez como Rector y Manuel Grandal como Administrador.

 

Traslado el Seminario Mayor

Monseñor  Jacinto Argaya Goicoechea rigió los destinos de nuestra diócesis entre 1957 y 1968. En 1967 se produjo el traslado del Seminario Mayor mindoniense a Salamanca donde se había el Teologado Diocesano San Rosendo. Los alumnos procedentes de Mondoñedo seguían allí su formación sacerdotal asistiendo a las clases en la Universidad Pontificia salmantina. Ya a partir de 1977, los seminaristas de  Mondoñedo pasarían a integrarse en el Seminario Mayor de Santiago, constituyendo así, por agrupación de estudiantes de otras diócesis, una suerte de Seminario Regional. La formación se sigue desde entonces en el Instituto Teológico Compostelano, dependiente de la Facultad de Teología de la Pontificia de Salamanca, Es a parir de 1986 , siendo administrador diocesano don Eugenio García Amor, cuando se pone en marcha un Teologado Diocesano en Compostela.

 

Mondoñedo, sin Filosofía ni Teología

Lo más reseñable de este período historiado por López Díaz,  es que  a partir de 1967, el Seminario mindoniense queda reducido a Seminario Menor, de forma que solo ofrece formación educativa primaria y secundaria a jóvenes  entre los que trata de alentar vocaciones pero sin asumir la formación en Filosofía y Teología propias de los estudios eclesiásticos tradicionales  en el Seminario Mayor. “Non se ía a estudar para cura, senón simplemente a estudar”

 

Descenso de alumnado

A inicios de los 70, el Seminario albergaba alrededor de 150 estudiantes internos de EGB, a los que hay que añadir los que, si bien residentes en el Seminario,  cursaban estudios de BUP en el Instituto San Rosendo de la ciudad. Año tras año  se va reduciendo el número de alumnos hasta que en 2013 se suspende la actividad docente. El 21 de junio de ese año fue el último día de clase para los 15 alumnos supervivientes, que seguían estudios de BUP. Había dos orientadores, seis profesores seglares y seis sacerdotes. En los siete años anteriores ningún alumno había decidido continuar sus estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor. Se pone fin  así a una impagable actividad docente iniciada 448 años atrás y que ha constituido un baluarte de promoción cultural en el nordeste de Galicia. (Recensión: Ramón Barro)

 

  • Antonio López Díaz estudió en el Seminario de Mondoñedo entre 1973-1980. Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Facultad de Derecho de Santiago, de la que fue decano. Desde 2018 es rector de la USC.

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