Retorno a una Catedral recuperada

De izqda. a dcha. Detrás: Gil Cortón, Braña, Artiaga, Cal Pardo, Suárez, Carballeda, Castro Tomé, Franco, Pita Muinelo, Benito Lodos, Portela Lamela, Otero Couso, Grandal y Barro. Delante: Ramiro Pérez, Montenegro y Caruncho

Siempre se vuelve a la catedral, como se retorna a los amores primeros. Ahí los veis. Fueron seminaristas en la segunda mitad de los 50 y siguientes; preconciliares unos,   conciliares otros; alumnos los más y profesores algunos de ellos. Había un latido especial este año para animar la Xuntanza: la Catedral de Mondoñedo, tantas veces visitada por aquellos jovencitos ensotanados, reestrenaba todo el arte acumulado desde finales del XVIII en bóvedas y retablos. Hace solo unas semanas culminaron los trabajos de restauración que devuelven al templo primado de la diócesis su antiguo esplendor. Ya no parece una catedral menor; hay que verla, recorrerla parsimoniosamente, reparar en cuanto nos parece nuevo, y con el regalo añadido de  poder disfrutar  de la palabra de Ramón Otero Couso, canónigo fabriquero y director del anuario Estudios Mindonienses, dos vitolas de autoridad que explican el copioso conocimiento de nuestro amigo Ramón sobre  la vida y milagros de la catedral.

Don Ramón nos anunció un atractivo proyecto, todavía una idea “in fieri” (como dicen los teólogos) y pendiente de estructurar: la futura puesta en marcha de una Asociación de Amigos de la Catedral de Mondoñedo, encabezada previsiblemente por el propio obispo pero que contaría con amplia y heterogénea presencia de aportaciones intelectuales. Muchos de nosotros ya  hemos tomado la palabra.

La cita fue el 12 de agosto (segundo viernes de ese mes, porque así lo habían instaurado nuestros Manolo Carballo, Evaristo Lorenzo Orol y Daniel Novo, que nos han dejado). Hora: la del mediodía. Tras el pausado recorrido por la catedral, vino la “foto de familia” en el claustro del Mayor y misa en la capilla también del Seminario Mayor. José Luis Caruncho, antiguo organista del Seminario –quien tuvo retuvo- hizo sonar el achacoso armonio y nos recordó las antiguas liturgias. Confortada el alma, llegó el turno del cuerpo. Y ahí lució, como siempre, sus  artes gastronómica  José Ramón Montenegro Espina, pionero de la organización de estas Xuntanzas, allá por los años 80,  junto al siempre recordado Vicente Fresco Cobelo, Diecisiete antiguos condiscípulos nos sentamos a la mesa, ávidos de la  “carne de los miércoles” que tanta fortuna logró en el menú de nuestros años estudiantiles. Fotos, charla evocadora, franca amistad, “fraternidad” acuñada durante nuestra ya lejana convivencia (lo recordó hace años Otero Couso) y una firme promesa: la de volver a esta casa. Siempre nos quedará Mondoñedo.-Ramón Barro.

 

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