Si volver es nacer un poco, allí estábamos el 9 de agosto los seminaristas de 1954 para festejar nuestro 70 aniversario. La lista de los ingresados en aquel septiembre lejano está dramáticamente diezmada. Con los brazos abiertos, recibimos en la celebración a compañeros de cursos próximos, siempre puntuales en las xuntanzas estivales de ex alumnos del Seminario de Mondoñedo.
La cita era en Lorenzana. Íbamos dispuestos a dejar caer una lagrimita ante las ruinas del interior del antiguo seminario, en creciente deterioro tras su desocupación en 1978. Otero Couso, nuestro capellán y valedor en esta cita, cree ver indicios de pronta restauración para uso civil. Don Ramón está siempre del lado de la esperanza.
Visitamos con detenimiento y admiración la iglesia barroca y neoclásica de Santa María adscrita al antiguo convento benedictino, que alberga la capilla de Valdeflores con el sepulcro de Don Osorio Gutiérrez, el Conde Santo, fundador del cenobio en el siglo décimo. En ese mismo espacio se encuentra una pieza de valor universal, el famoso relicario del siglo XVII. En la Eucaristía, Ramón Otero Couso, recuperó su recurrente mensaje de fraternidad y, juntos, recodamos a nuestros compañeros ya definitivamente ausentes.
Los reunidos rendimos viaje en Ferreira do Valadouro, siguiendo la ruta de Viloalle y Alfoz, tierra fecunda en vocaciones sacerdotales. Nos acogió en su refectorio principal –no deberíamos perder esta palabra de gusto conventual- el restaurante Asturias, siempre pródigo con el peregrino del siglo XXI.
Próximo encuentro: el viernes 8 de agosto de 2025. Que no falte nadie.
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