García Cendán: Sacerdos in aeternum. Por José Luis Caruncho (*)

Bernardo (izq.) y Caruncho en sus años mindonienses 

Durante la pasada Semana Santa, en Galicia se habló mucho del «cabodano» de Cendán (falleció en junio de 2012). En la mayoría de sus laudatores se comentaba generalmente su función docente y de escritor; pero, ya había observado que en el funeral de entierro se hacía poca incidencia en su labor propiamente sacerdotal. No era el centro de la laudatoria.
Independientemente del valor teológico de lo que voy a decir, quiero dedicarle a Bernardo mi admiración por su sentido y vivencia sacerdotal. Es admirable su integridad y su sabiduría durante su enseñanza, pues «dice sin decir» muchas cosas.

Contextualización
Después de haber subido tantos peldaños del tiempo es natural que se vayan abriendo enormes aberturas en nuestras alforjas, la de delante y la de atrás, con aquellos momentos comunes que hemos disfrutado, sufrido y que van tratando de salir a la primera oportunidad que los junte. La emisión por un canal de televisión, en esta Semana Santa, de la película Rey de reyes logró reunir tres factores de la vida de Cendán, de Caruncho y en Salamanca, en una sala de cine. Muchos peldaños más subidos después, la misma película vuelve a unirnos: Bernardo, al final del viaje al más allá, a la derecha del Padre; Caruncho, consumiendo los últimos también hacia al Padre y; película, gracias a la perennidad del arte. Aprovechando este encuentro, aunque verdaderamente virtual y afectivo, quiero dedicarle a Bernardo un sencillo homenaje y reivindicar su fe, vivencia y labor sacerdotal, más o menos velada. ¡Vamos allá!

 

Admiración general

Ya hace algunas fechas que el diario lucense, El Progreso (2 de enero de 2023, sección a Chaira: “Vilalba recorda a García Cerndán, un home bo, xeneroso e tolerante”  nos dio la noticia  de que “nunha das lousas da Praza de Santa María concretamente a que está frente a casa de Salvador, un baixo que durante anos albergou a barbería e salón de peiteau dos pais de García Cendán»  y que fue inaugurada por el Instituto de Estudos Chairegos (Iescha) para rendirle un sentido homenaje con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento. El cariño que rezuma el artículo muestra claramente la intención de «poñer en valor o intelectual, o escritor, o crego, o compañeiro  e o amigo».   Fue Felipe Felpeto Enríquez el que no tardó mucho en hacerse eco de estas manifestaciones de reconocimiento de la valoración de Bernardo en esta misma página Web, implicándose en la valoración con los datos, reflexiones y opiniones sobre sus vivencias con Bernardo.   ¿Era Bernardo así? Sí. Pero…no. Aunque era también así, era algo más y, sobre todo, era sacerdote.  Los testimonios propuestos más arriba se centraban en sus funciones docentes, sociales, de escritor (que no es poco), pero el ser crego parece tratado como «de pasada» y era la raíz de todo su comportamiento, su función ministerial, más o menos velada. Examinemos dos documentos que encajan ambas funciones. En “avozdevilalba” del 03 de abril de 2023  en su Redacción afirma: «Bernardo García Cendán, crego e profesor» y en la contextualización de la entrevista es rotundo: “Neste escenario descubriu as súas vocacións e, como consecuencia, ordenouse sacerdote e licenciouse en Socioloxía.”       

 

En otro de los mucho homenajes que le dedicaron a Bernardo, a instancias de Joaquín Campo Freire, el historiador Bernardo Máiz dirigió una alocución a los asistentes en la que demostraba su admiración por Bernardo García Cendán asegurando que ejercía sus funciones pastorales “en la iglesia, y en la calle, en los escenarios culturales, sociales, obreros, familias pobres”, todo lo que supone una clarificación: la unicidad de la función sacerdotal que está compuesto, como el ser humano de alma y cuerpo. Ahora bien, la perennidad del reconocimiento de la labor sacerdotal compleja y completa de Bernardo supone  una clarificación expresa de su labor,  la ratifica, la confirma y corrobora, y se refleja, lo que revela un trasplante del sentir del pueblo ferrolano  a una localización visible de la figura y labor de Bernardo en una plaza: PRAZA //  BERNARDO GARCÍA CENDÁN  por la parroquia de Ntra. Sra. del Socorro, en El Ferrol (dedicación o cura (-curiña-) de Ferrol Vello), como reza en la fotografía de la misma.

 

Nuestra música en el seminario.   La Catequesis   

Yo no quiero ponerme como ejemplo de nada ni de nadie, pero quiero aportar lo mucho que he aprendido de Bernardo después de muchos años de relación amistosa y en las diversas situaciones religiosas y socioculturales en que nos hemos encontrado. Fuimos compañeros en el seminario, aunque Bernardo iba dos cursos antes que yo, por lo que la mayor relación con Bernardo comenzó dos años después cuando me llamó sobremanera la atención la defensa de Bernardo en el salón de actos, ante todos los seminaristas y profesores, una tesis filosófica, para lo que había sido seleccionado previamente. Fue soberbio el acto. Comienza la sesión presentando brevemente el acto el profesor de la asignatura. Con las «gracias de rigor» y siguiendo el método adecuado (“scholastico”: quaestiones, notiones, adversarii, probatur, obiectiomes) y manejando un latín que, aunque no era “macarrónico”, sí era suficientemente inteligible por la mayoría del auditorio. Encandiló.
Fue a partir del siguiente año cuando coincidimos, él en la scholilla y yo en el armonio, lo que aumentó nuestra relación. No puedo renunciar a “autoplagiarme” con lo que ya comenté en mi La música que yo he vivido dentro de esta misma página: “¿Cómo voy a olvidar aquellas sesiones que Cendán y yo vivíamos en el despacho de don Eugenio todos los días al mediodía escuchando piezas musicales, básicamente clásicas, incluso las zarzuelas Doña Francisquita o La tabernera del puerto, etc. o a Caterina Valente o el “Dominique, nique, nique” de Sor Sonrisa, cuya letra francesa casi habíamos descifrado? “, lo que completo ahora con otros ejemplos de clásicos ; Smertana, Albinioni, Pachelbel, Thaikovski, Rimsky Korsakov, Debussy, etc. Pongo precisamente ejemplos de clásicos que tienen grabadas composiciones cortas, aunque oíamos movimientos de sinfonías completos, entre los más recurridos estaba el tercer movimiento de la 8ª sinfonía de Beethoven, o la parte «fúnebre» de la Pasión San Juan de Bach.
Fue, quizás, toda esta afición lo que movió al seminario o la diócesis a habernos elegido para participar en el curso de Armonía y Composición, dirigido por el claretiano Padre Manzárraga, en Salamanca en el verano (creo recordar) de 1963. En el curso 1964-1965 fuimos encargados como catequistas de la parroquia de San Lázaro Bernardo, Arsenio Torrado Souto y yo, siendo Bernardo responsable directo del equipo. En 1965 Bernardo se ordenó de sacerdote, empezó ya a ejercer sus funciones ministeriales.

 

Actividad pastoral.
Pasado algún tiempo, la Providencia vuelve a relacionarnos con iguales o similares lazos, mutatis mutandis, ¡ah! pero también servatis servandis: la parroquia de Ntra. Sra. del Socorro de El Ferrol, la música, incluso cierta relación con Joaquín Campo Freire. Los dos hemos sido nombrados para asumir funciones pastorales en la misma parroquia, claro, que Bernardo asumía las función de párroco y yo asumía una primeriza de labor pastoral al rebujo de Cuco Ruiz de Cortázar (del que, según decían, había dicho el Sr. Obispo que no sabía si era tonto o santo) durante mis 10 primeros meses; yo había formado un pequeño coro para cantos en las funciones litúrgicas parroquiales, Bernardo restauró, revitalizó, y consolidó el coro.

Ferrol Nosa Señora Do Socorro

Me llamó la atención que Joaquín Campo Freire, del que también había sido compañero yo, aunque más lejano (pero al que sustituí en el Asilo de Ancianos de Piñeiros), que al citar las composiciones para cantos litúrgicos de Bernardo se haya referido exclusivamente a los que aparecen publicados en alguna revista (muy loable, por cierto) pero no mencionara siquiera algunos o alguno de los cantos que pululaban por la zona y que compuso aportando Bernardo la letra y Juan José Caruncho (no Juan Luis Caruncho) la música. De ellas, aun sobreviven y resuenan en la voz de buena parte del pueblo gallego, sobre todo de la zona norte de Galicia. Como curiosidad: recuerdo que en el funeral de entierro, presidido por el Sr. Obispo de entonces, se interpretó por restos de los coros de Ferrol el “Sanctus” con renovación de la letra original compuesta por Bernardo y la música por Caruncho. Reforzando lo que dijo el historiador Bernardo Máiz, ya citado más arriba, y concretando las posibilidades que ofrecía de ampliación de la labor sacerdotal de Bernardo, intervenía como contertulio en las tertulias que se celebraban los miércoles, sobre las siete de la tarde, en la Cadena SER dirigidos por Tonina Gay con compañeros de profesores de distintas «ramas» de la Universidad, incluso Medicina (yo la escuchaba todos los miércoles que podía). Era asombroso cómo encontraba el equilibrio entre la aplicación de la doctrina de la Iglesia y las nuevas formas de vida propuestas por el Vaticano: Bernardo, sin la mínima mojigatería, vaciaba su espíritu cristiano y pastoral, sin ahorrar críticas a las cuestiones religiosas o sociales, pero sin acritud y con una tolerancia admirable (como comentaban sus compañeros). No tengo conocimiento de que fuese comentarista de la cadena COPE, como dijo don Eugenio en su funeral.

 

Reflexiones

Bernardo estaba íntimamente convencido de la humanidad de la cultura y pensamiento clásicos, él era plenamente humano (nada humano le era ajeno); estaba enraizado en la Biblia y en la enseñanza de Pablo de Tarso («por muchas lenguas que dominase, por mucho que supiese, si no tenía amor, no valía nada»); estaba vivificado por la doctrina del Maestro («amaos los unos a los otro como yo os he amado»); en consecuencia era profundamente humano y divino. Si para Sta. Teresa «entre los pucheros anda Dios«, para Bernardo andaba Dios también entre los libros y las letras: homilías, cantos, conferencias, escritos, enseñanza, docencia, tertulias, etc. En definitiva: (sabemos que similitud no es lo mismo que identidad) el sacerdocio es un servicio ministerial y un «contagiador» de la Palabra de Dios, todo esto fue lo que sugirió mayoritariamente los «piropos» para Bernardo García Cendán.                                  Para eso, Cristo buscó seres humanos y seres «quasi-divinos», que participasen del poder de Dios. Así podré algunos ejemplos: penitencia: el ofendido es Dios, el que perdona, delegado es el sacerdote; quien murió y resucitó  precisamente para poder perdonar fue el hijo de Dios; quien revive la muerte y resurrección de Cristo es el sacerdote; quien transmite la capacidad de realizar estas «delegaciones» es el sacerdote-obispo.  Et sic de caeteris.

(*) Biografía de José Luis Caruncho Rodríguez

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