Nací en Os Feás, un lugar del ayuntamiento de San Sadurniño (A Coruña), en 1940, siendo el mediano de cinco hermanos varones, en una familia de labradores, caseros de la Marquesa de San Sadurniño. Tras los primeros pasos académicos en la escuela primaria de la parroquia, con el magnífico maestro don Ignacio Moreno, me trasladé al Seminario de Vilanova de Lourenzá a los 12 años de edad, en 1954, para cursar primero y segundo de Latín. Dos años más tarde ingresé en el Seminario de Mondoñedo, para continuar con estudios de Latín, Humanidades y Filosofía (hasta 1962) , donde a lo largo de cinco años forjé amistades para toda la vida y adquirí una formación humanística amplia.
Con la intención de hacerme con unos ahorros con los que continuar estudiando, me embarqué como marinero en la Marina Mercante, concretamente en el San Gaetano. Tras una travesía a Inglaterra y África, fuimos a Génova para preparar el barco para ir a recoger un cargamento de trigo a Argentina, y estando allí desarrollé un extenso sarpullido que me obligó a desembarcar. Y ahí finalizó mi aventura naval.
Una vez en tierra, me mudé a Santiago donde cursé estudios de Magisterio en la Universidad de Compostela, compaginándolos con el trabajo de vigilancia de los alumnos internos del colegio Manuel Peleteiro. Posteriormente, me surgió la posibilidad de iniciar la licenciatura de Filosofía en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid, que finalmente rematé en la Universidad de Valencia.
De vuelta a Santiago, comencé mi andadura en la enseñanza en 1970, de nuevo en el colegio Manuel Peleteiro, donde tuve algunos alumnos que con el paso del tiempo se convertirían en destacadas personalidades de la política y del deporte. Ocho años más tarde tuve la oportunidad de acercarme a mis orígenes, para continuar mi labor docente en el colegio Santiago Apostol de Narón (A Coruña), impartiendo Latín, Griego, Filosofía y Gallego. Allí concluí mi vida laboral, en el año 2005.
Alternándolas con la labor docente me dediqué a alguna otra actividad como ocuparme durante unos años del control de calidad de las explotaciones ganaderas productoras de leche de la comarca de Ferrolterra, además de disfrutar muchos días de una de mis aficiones favoritas: la caza.
Una vez jubilado, empleé gran parte de mi tiempo en otras de mis pasiones: la carpintería, y la plantación de árboles nobles como castaños y frutales.
Tras superar unos achaques cardíacos, me dedico ahora a tareas ligeras, confiando en que los árboles que planté queden para la posteridad y estimulen a otros a mantener nuestras especies autóctonas.