José Ramón Montenegro Espina

Guadalupe (Villalba ), 1941.

Fue bautizado en la parroquia de Santa María de Villalba por el párroco D. Gabriel Pita Da Veiga que también hizo de padrino. Los nueve primeros años de mi vida los pasé con mi abuela Amparo en la casa parroquial de Villalba, pues esta era el ama de llaves de la casa.

 

En Lorenzana.-Asistió, en Primaria, a la Escuela Nacional y a la  academia Santa María de Villalba. En septiembre  del 1953 se incorporó al Seminario de Villanueva de Lorenzana, con don José María Puente, don César Chavarría y don  y Darío Balea al frente. En 1955 se trasladó al Seminario de Mondoñedo donde llegó a cursar primero de Filosofía. Una vida cargada de anécdotas imborrables y grandes recuerdos.

 

Una vida en Telégrafos.-Al salir del Seminario estuvo de profesor sustituto en la escuela Nacional de Chavín (Viveiro) durante el curso del 1961-1962. En octubre de 1962  residió unos meses en  Barcelona unos meses y allí vivió  la que llamaron «La gran nevada». Su paso por la Mili, en 1963, le llevó a Valdespartera  (Zaragoza) y  a la Escuela de Paracaidismo del Ejército del Aire en Alcantarilla (Murcia)  .

En el 64 estaba ya de regreso en Vilalba y en septiembre ingresó en Telégrafos (mantenimiento de averías) en Lugo. Tres meses más tarde fue destinado a  Mondoñedo en dónde discurrió  toda su vida profesional , me casé con una gran mujer con la que tengo cuatro hijos, y me siento Mindoniense de corazón y adopción. Se jubilé en el año 2001 “y aquí sigo, rememorando vivencias y compañeros”.

 

Un futbolista casi vitalicio.-Hay que tirar de hemeroteca para no perderse entre las andanzas  futbolísticas de Espiña –su nombre de guerra deportivo- que empezaron a ser famosas en sus tiempos del Seminario. No en balde, José Ramón era titular indiscutible de aquella selección que se enfrentó con éxito al Racing Villalbés, en el viejo campo del Castillo, allá por el año 60.

Al salir del Seminario, el curtido defensa lateral derecho –precursor del “carrilero” que llegaría más tarde a nuestros estadios- se enroló sucesivamente en el Racing Villabés, Calvo Sotelo de As Pontes (con nómina mensual), Ribadeo, Vegadeo y retorno al Mindoniense CF. Colgó las botas de tacos a los 32 años, pero no la afición. El nombre de Espina continuó sonando en los altavoces de los campos de fútbol-sala, sudando la camiseta en el Farrucos de Mondoñedo y participando en la liga de veteranos de la costa lucense. Sólo una grave lesión de rodilla logró sentarle definitivamente en el banquillo… ¡a los 59 años! (Habría que remontarse al legendario Stanley Matthews, que se retiró a los 50).

 

El hombre para todo en Mondoñedo.-Quien conozca el carácter de José Ramón entenderá como lo más natural su dedicación a la agenda  social de Mondoñedo. Primero fue su labor durante veinte años como “ministro” (jefe de la asamblea local) de la Venerable Orden Tercera que signifiucó el resurgimiento de la Semana Santa local. No menos notable ha sido su labor como uno de los pioneros voluntarios del Mercado Medieval. José Ramón dirigía el puesto de asador en el Mesón Pardo de Cela, en la misma Plaza. Otra faceta, que entronca con sus años de seminario, es la del canto coral. Ha sido miembro fundador y fiel corista durante medio siglo  del Orfeón de la Sociedad de Obreros, que dirigía el gran don Eugenio García Amor. La voz de Espina solo podría ser oscurecida por la del poderoso Ferreiro, fruto también del Seminario.

Y,  hasta donde la salud lo permita,  José Ramón mantendrá  abierta  su hoja de servicios.