El sacerdote y profesor Ramón Pérez Díaz falleció de forma repentina el pasado 26 de diciembre, cuando desde Mondoñedo se dirigía en su vehículo a pasar una revisión médica en A Coruña.
Ramón había invitado el día anterior a su amigo de toda la vida, el deán de la catedral mindoniense y párroco de Los Remedios, don Pedro Díaz Fernández, a que le acompañara.
Minutos antes de las ocho de la mañana, cuando ya habían pasado Guitiriz, Ramón comenzó a sentir dificultades respiratorias, por lo que aprovechó un lugar libre para aparcar. Su acompañante llamó de inmediato al 061 y, pese a que los servicios asistenciales llegaron al lugar en once minutos, ya nada pudieron hacer por reanimarle. Pedro tan solo pudo darle la absolución “in articulo mortis”. Falleció por infarto de miocardio.
La vida de Pedro y Ramón se anuda en la niñez, se mantiene en una relación estrecha de más de 70 años y se enlaza para siempre en este desenlace. “Parece como si se tratara de una película; me digo que no puede ser verdad, después de tantos años unidos. Pienso que de un omento a otro volveré a tenerlo delante”, manifestaba, con hondo dolor de amigo, Pedro Díaz.
En efecto, la estampa de Pedro y Ramón en Los Remedios formaba parte del paisaje en los días vacaciones, que Ramón disfrutaba junto a su hermana Conchita, su cuñado Rafael y su sobrina Pilar. Ramón, residente en Madrid desde mediados de los años 60, acudía a Mondoñedo, como impulsado por un resorte emocional, a la menor oportunidad: verano prologado hasta la fiesta de Los Remedios, San Lucas, Navidad, Semana Santa y cualquier otra celebración eclesiástica en la ciudad mitrada.
Cura y profesor
Ramón Pérez Díaz había nacido en Mondoñedo en 1941. En el colegio de las monjas coincidió con Pedro Díaz, un año mayor. Al acabar la carrera en el Seminario de Mondoñedo, Ramón se trasladó a Madrid, donde coincidió de nuevo con Pedro Díaz: éste, alumno de Biología y Ramón, de Lenguas Clásicas, ambos en la Complutense.
Al no producirse su regreso a la diócesis, Ramón optó por hacer oposiciones a catedrático de instituto, que ganó brillantemente. Durante más de 40 años enseñó Latín y Griego en uno de los Institutos de Enseñanza Media de la localidad de Torrejón de Ardoz, si bien convivió siempre con un equipo sacerdotal de la parroquia madrileña de la Inmaculada y Santa Vicenta María (calle Capitán Haya/Avda. Brasil). En esa iglesia, Ramón celebraba misa a diario, confesaba y colaborada en otras tareas de culto.
Capellán de los ex seminaristas “Madrigallegos”
Ramón fue un cura omnipresente y referencial entre el grupo de antiguos seminaristas mindonienses que residen en Madrid. Presidió la misa de despedida de varios de nuestros antiguos compañeros: Evaristo Lorenzo, Vicente Fresco, Aquilino Aneiros, Antonio Peña… La ocasión del Homenaje al Seminario en 2015 acentuó todavía más esa relación. No dejamos nunca de apreciar sus atinadas sugerencias y valorar el profundo aprecio que sentía por esa Casa Grande de Mondoñedo. Le teníamos, con toda propiedad, como nuestro Capellán. Algunos le llamábamos, para poner a prueba su buen humor, “Abad de Los Remedios” por su apego al santuario patronal. Nos llamaba la atención, aun en los momentos distendidos de nuestros almuerzos, su transparente condición de cura: en la rectitud de su juicio, en el respeto a los demás, en su palabra constructiva. Era para nosotros la memoria viva del Seminario y, aun en la distancia, seguía paso a paso el curso y el pulso de la diócesis. Era inasequible a la frivolidad, como toca a un seminarista abonado durante doce años al “meritissimus”. Cuando estaba Ramón entre nosotros, lo reconocíamos como en el “partir el pan” evangélico. Llevaba con admirable naturalidad su carisma. No será posible olvidarlo. Nos ayudó a ser mejores.
La misa de las 19 horas del lunes, 26, en la parroquia de la Inmaculada, fue oficiada por su eterno descanso. La parroquia anunciará en breve la fecha del funeral.
El funeral corpore insepulto se celebrará hoy, a las 16 horas, en la iglesia de Santiago, de Mondoñedo, presidida por el obispo, Mons. Luis Ángel de las Heras.
R. B.
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Ramón Pérez Díaz ingresó en el Seminario de Vilanova de Lourenzá en el curso 1952-1953 y se ordenó sacerdote en 1964. Uno de sus condiscípulos, David Corral, le recuerda y rinde homenaje en estos cálidos versos.
Non pode der despedida
Por David Corral
Non pode ser despedida,
- ata logo, eu diría –
que os anos van de camiño.
Estamos aquí catro días
tres e medio van cumpridos.
Recibeso o gran abrazo
do noso Pai entenrecido
acolléndote garimoso
cumprindo co agasallo
que nos tiña prometido.
Serás novato algún tempo
pipiolo de primeiro
ante Ponciano, don Enrique,
Ricardo e Antonio Pena,
Evaristo, Salustiano,
Casal e García Hermida…
Pero afaraste ben axiña
atoparte cos teus ben queridos
e aos que ti axudaches
a camiñar cada día
cara á luz clara e infinita
Chora a campá da parroquia
chora Conchita e a súa filla
con elas toda a familia,
polos fíos que se rompen
de amor en corrente continua.
Hai que mirar para o alto
sexa de noite ou de día;
nunha nube, nunha estrela
ou nun refacho do vento
estará el contemplando
seu querido Mondoñedo.
Retrato breve
David Corral (2003)
Na estreita rúa Rigueira
que vai cara a Fonte Vella,
preto do bosque de Silva
na episcopal Mondoñedo
nace Ramón Pérez Díaz.
Berce de xentes ilustres,
xa güelfos, xa xibelinos,
como Leiras, Pallarego,
Cunqueiro, Pascual Veiga
ou don Francisco Fanego.
Experto en lingua de Lacio,
amante da cultura helena
leva consigo onde el vaia
con orgullo e con fachenda
o nome de Mondoñedo
Sempre foi persoa práctica,
dotes de conversador,
coñecedor dos enredos
da curia e a clerecía,
talante moderador
Agora este bo rapaz
polas terras da Meseta
con todo acerto reparte
por un lado educación
e polo outro a Mensaxe.
CONDOLENCIAS
Paco Cal Pardo
Lamento mucho el fallecimiento de Ramón, una gran persona y un gran amigo. Me ha sido imposible acercarme a Mondoñedo para despedirlo. En Madrid, el grupo de los “Madrigallegos” tiene previsto organizar una misa en su memoria, además de asistir al funeral que se oficiará en su parroquia de la Inmaculada, en la que Ramón despidió a tantos viejos compañeros del Seminario. Abrazos a todos sus amigos.
Arsenio Ginzo Fernández
Me siento profundamente conmovido por el fallecimiento de nuestro amigo y compañero Ramón. Le echaremos mucho de menos.
Ángel Felpeto Enríquez
Estoy en Estrasburgo con mi hijo. Lo siento como si se tratase de alguien de la familia, porque formaba parte de nuestra familia mindoniense.
Manuel Villares Vázquez
Hace muchos años inicié mi relación con Ramón, de la mano de los comunes amigos de la familia Pena, de Burela: don Ricardo y Antoñito, ya fallecidos. Cultivé esa amistad porque Ramón era un hombre y un cura que aportaba mucho sin apartarse de su proverbial naturalidad y sencillez. Nuestra relación se hizo más frecuenta cuando hace tres años andábamos a vueltas con el Homenaje al Seminario. Nos hizo querer más a su Mondoñedo natal y al propio Seminario. Siento una gran tristeza.
José Antonio Pernas
Cánto os into polo noso cura. Ramón nos espera no ceo. Asistirei ó funeral de Madrid na sua querida parroquia da Inmaculada. Descansa en paz, Ramón.
José Ramón Franco Trashorras
Ramón era una excelente persona y un excelente cura. Descanse en paz.
Ricardo Timiraos Castro
Sinto moito a perda do noso compañeiro e amigo Ramón. Excelente persoa a
cura. Que o Deus ó que adicou a su vida o acolla no sea seo.
Joaquín Suárez Prado
Estoy en Suiza con mis hijos. No podré ir a Mondoñedo. Y bien que lo siento. Ramón hubiera sido siempre miembro de cualquier comité de sabios, de maestros. Ya me buscaré una canción de Leonard Cohen para oírla en su memoria. Y en la de nuestro grupo (los ingresados en Lorenzana en 1954), que terminamos el año aún más huérfanos.
Jenaro Pérez López
Forte sentimento polo pasamento de Ramón. Espero vernos na parroquia de Capitán Haya.
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