Niños formados en sus aulas regresaron ayer, con gratitud, convertidos en referentes sociales

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El seminario de Mondoñedo volvió a bullir ayer. Más de doscientos antiguos alumnos regresaron a él para homenajear a una institución con 450 años de historia que en 2013 dejó de prestar su función como centro educativo. Un día se marcharon porque no prosperó en ellos la vocación sacerdotal y este sábado volvieron convertidos en destacados referentes sociales de ámbitos como la enseñanza, el derecho, el periodismo o la historia, entre otras muchas disciplinas. Lo hicieron para agradecer cuanto aprendieron en esta localidad lucense que hizo de su seminario una escuela de formación y de promoción cultural para todo el norte de Galicia, desde Ferrol hasta Ribadeo.

Lo apuntó Ramón Villares, presidente del Consello da Cultura Galega, en el mismo salón de actos en el que décadas atrás el rector le dio la bienvenida a Mondoñedo: «Aquí supimos sacar enseñanzas para la vida. El seminario nos permitió ser lo que ya éramos, pero de una forma más fecunda». En él se promovía una enseñanza humanística con atención a valores como «la ética del trabajo y del esfuerzo, la disciplina, la austeridad o la cooperación», como enumeró Francisco Cal Pardo, expresidente-director general de Aena y presidente del comité organizador del homenaje, donde le han acompañado amigos como los periodistas Ramón Barro, Germán Castro y Bieito Rubido, director de ABC, o Antonio López, catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Santiago.

«Mondoñedo fue un faro cultural que promovió una notable movilidad social», resumió Villares durante el acto académico en el que se presentó un libro que documenta el valor del seminario, cuya biblioteca guarda 30.000 volúmenes con un buen número de incunables y manuscritos del siglo XIV. De él, sin querer ser acrítico pero sin poner el acento en aquello que hubiera sido mejorable, Villares elogió aspectos como que entre sus paredes pudiera leer obras de Ramón Cabanillas cuando estaba censurado. «El seminario no nos obligó a ser impermeables con lo que llegaba de fuera», expuso.

Su relevancia, equiparable «a la de una universidad» en opinión de los organizadores, motivó que el Ayuntamiento mindoniense decidiera sumarse al homenaje con la concesión de la Medalla de Oro de la localidad, aprobada por unanimidad de todos los partidos políticos. «El seminario prestó un servicio de incalculable valor a la sociedad», resaltó la alcaldesa, Elena Candia, que animó a dar nuevos usos a este recinto: desde un aprovechamiento para el Camino de Santiago a la sede de alguna institución de tipo académico. Aunque en la actualidad residen en él sacerdotes y se alquilan habitaciones, ha perdido su uso como centro docente y los seminaristas que en él se formaban lo hacen ahora en la capital.

Voluntad de futuro
En ese contexto, su actual rector, José Bello Lagüela, realizó una llamada a la evangelización. «El seminario está abierto y queremos que vuelva a andar», indicó en presencia de Antonio Rodríguez Basanta, administrador diocesano de Mondoñedo-Ferrol, al encontrarse en sede vacante desde mayo, y que también se formó en las aulas del Real Seminario Conciliar Santa Catalina en pleno Concilio Vaticano II.

«Sois los de fuera quienes nos habéis recordado la aportación cultural de esta institución que fue nuestra segunda casa», celebró para cerrar un acto al que antecedió el descubrimiento de una placa en el claustro en «perpetuo reconocimiento» y una misa oficiada por el propio Rodríguez Basanta. «El paso por el seminario no fue en balde, aunque no llegara a la meta del sacerdocio», celebró durante la homilía en la misma capilla donde cada domingo se reunían todos los integrantes del seminario. El fin de los actos protocolarios dio paso a una comida de confraternidad repleta de «torrentes de abrazos» y recuerdos. «Que esta convocatoria no sea la última», animó Rodríguez Basanta.

(ABC.es)

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