Noche de Reyes

Por Francisco Martínez Sánchez, Pacurri

(5 enero 2021)

Hoy, Noche de Reyes,  es noche  folklórica y comercial, que nos inunda por todas partes en términos de consumo desenfrenado, de despilfarro… Pero también, una noche para  escuchar los susurros de los corazones sensibles. Hemos perdido mucho con la pandemia, pero no podemos perder lo que nos hace fuertes y nos une: la solidaridad. Todavía es posible iluminar los  caminos oscuros, destilar esperanza por los senderos… Todavía es posible vestirnos de niños para mirar las cosas desde un corazón limpio. Estamos aún a tiempo de fijarnos en la estrella de Belén y decididamente anunciar que los sueños de paz y equidad aún pueden inundarnos, y hacerlos llegar a los colectivos más desfavorecidos, inmigrantes, refugiados, presos, los sin techo, los ancianos en soledad, los amenazados por desahucios, excluidos… Estamos a tiempo de gritar al mundo que la estrella que guíe nuestros pasos sea estrella de amor y esperanza… Sin duda, mañana, lucirá el sol cuando caminemos hacia un nuevo Belén de la mano del hermano. Entonces, sólo entonces será una feliz Noche de Reyes

 

DESGARRO EN NOCHE DE REYES

Tarde de estreno enero. Tarde

de inocente griterío, de sorpresas y juguetes,

tarde de serpentinas y caramelos. Tarde

de frío,  mil gotas jugando a nieve.

Plazas, calles, coches,

muchos en peleas de claxon. Murmullos sin alma.

 

Desde mi volante, veo a ratos, sólo a ratos,

al mendigo, colilla entre labios, cabizbajo,

atuendo a jirones, mochila sobre lomo desgarrado…

Su mirada perdida en el absurdo navideño.

Y gentes más perdidas entre sus celofanes.

 

Detengo mi volante. Trato de aparcar

para comprarle  calor humano.

Por detrás,  me gritan con parpadeo vecino,

Insistentemente. Acelero. Prisas, muchas prisas…

 

Aquel hombre quedó atrás con su silencio,

su pasamontañas viejo y negro,

su colilla entre labios ya apagada,

y sus escarpines raídos

golpeando heladamente el suelo.

 

Y en el escaparate de la izquierda, gentío,

entre villancicos, estrellas, pastores, magos,

y un bello niño recostado en inmensa ausencia,

¡sin lamentos!

 

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