Por Ricardo Timiraos Castro (*)
A finales de los años ochenta, un Jueves Santo por la mañana, el Sacristán de la iglesia de San Francisco de Viveiro me presentó a Mari Carmen Abad Paleo “porque es una gran devota del Corazón de Jesús y quiere formar parte de la Cofradía do Nazareno dos de fóra”. Por entonces estábamos trabajando en la Gestora. Además de alegrarme, me quedé impresionado por la fe que emanaba la Señora, persona humilde, sencilla, cariñosa y tierna a la vez. ¡Qué dulzura de Mujer!
Con la misma, con espontánea sinceridad, además de presentarme a su marido, que elegantemente se situó en segundo plano, me contó que ella se había criado en Viveiro, en casa de una familia muy conocida, y se había marchado ya hacía muchos años para librarse de aquella situación de penuria. Por lo que me decía, lo había pasado francamente mal, pero a la vez no se atisbaba resentimiento ni acritud, quizás aliviado por esa fe y lo que ahora descubrimos: su Legado.
Yo sólo recordaba personas y lugares, pero ella debía ser tan “ invisible” que mi memoria tan borrosa que no podía reconocer nada más.
Pasaron varios años y puntualmente iba a la Semana Santa de Viveiro y hablábamos un poco: me dio su dirección, me invitó a pasar por Ourense y se veía muy orgullosa de haber cambiado su destino y de sus hijos. Habían estudiado.
Tiempo después, ya alejado de responsabilidades de la Cofradía, le perdí la pista y quizás ella también dejó de ir a Viveiro. No lo sé.
Pero, cosas del destino, un buen día de Agosto, en la Feria del Libro de Viveiro, mi amigo Miguel Sande me presenta a Elena Gallego Abad, que presentaba un libro” O xogo de Babel”, uno de sus libros. Resulta que Elena era una periodista de Ourense.
Pues bien, tirando del hilo de la conversación, resulta que ella estaba muy interesada en saber cosas de la infancia de su madre en Viveiro. Y hete ahí, mire usted por donde, que Elena era hija de la piadosa Mari Carmen. ¡Qué casualidad!… Y ¡qué suerte!
Porque ahora, aquella bellísima persona, de tan noble corazón y siempre con el perdón como flor de sus ojos, encuentra en su querida Hija el justo tributo a su bondad y nobleza.
Los cuadernos de escribir de Mari Carmen, aquellos blocs de nuestra juventud, entre recetas de cocina y otros apuntes, guardaban sus sinsabores y en ellos se escondía la exquisita sensibilidad de esta Señora. Hoy se recuperan en forma de libro bajo el titulo: “ EL LEGADO DE LA NIÑA DE LA SAL”
Gracias, Elena, es muy gratificante para mí, como admirador de aquella Gran Dama, saber que sus hijos heredan aquella exquisita sensibilidad y espero con ansia la lectura de un libro que recomiendo a la gente, y sobre todo a mis amigos, porque sé que no los va a defraudar.
Muchos dudarán de mi osadía recomendando un libro que todavía no he leído, pero creo que sé cuando un libro vale la pena y cuando no, tiro muchos al olvido, pero otros forman parte de mi patrimonio espiritual.
Gracias, Elena, y desde aquí un beso en corazón para ambas.
(*)Biografía de Ricardo Timiraos:
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