En Madrid no tenemos a mano, amigo Montero Santalla, esos piñeiros “que botam milleiros de velas” para dar cuenta de la llegada de la primavera. Aquí miramos al sol del Retiro y, cuando el cuerpo comienza a pedirte sombra, da por seguro de que el cerdo de las matanzas de San Martiño ya tomó la sal precisa y reclama mesa.
Los “madrimindonienses”, esa breve tribu de exseminaristas que todavía anda buscando temas de conversación que superen a Lorenzana y Mondoñedo, prologamos la Semana Santa (28 de marzo) con una laconada bien meditada y litúrgica. Se la encomendamos a “La Flor de Galicia”, un santuario de cocina urgente y consensuada en la capital de España. Elegimos este plato en homenaje a nuestro hijo pródigo –pródigo en cordialidad y eso que perezosamente llamamos bonhomía- José Antonio Pernas Pérez, recién llegado de Florida, donde ha decidido depositar un cuartillo de su corazón. Ese plato, por lo demás, está autorizado nada menos que por nuestro padre Cunqueiro: “Animal humanísimo el cerdo, tan varias en gusto sus partes como diverso en sueños y pensamientos de hombre”. Por si fuera poco, “se digiere bien: lo digiere bien, especialmente, el católico sosegado”.
Confiamos el arte cisoria en la colmada fuente al patrón de la casa, el gallego Ángel, que se curtió en los mesones del Madrid de los Austrias antes de crear, con su hermano, y con mucho talento, una cocina gallega en la calle Alcántara,
De la familia madrimindoniense anotamos tres notorias ausencia; Manolo Fernández y Fernández, todavía comedido en su postoperatorio; Ramón Saá, también vigilante de su salud; y el vigoroso Dani González Artiaga, que había pillado con antelación el billete para su Mondoñedo. Para cumplir el precepto, incluso llegó desde Toledo –desde San Juan de Alba lo hizo hace décadas- Ángel Felpeto, “Don Ángel” en boca respetuosa del toledano de la calle.
Queda inaugurada, por tanto, la temporada de nuestras Xuntanzas, ese fraternal rito iniciado hace más de 40 años por los pioneros David Corral, Manolo Cabana, Salustiano Pedro, Pérez Bello, Lombardero… aquella legión que ingresó en Lorenzana en torno a 1952.
Los “pipiolos” de 1954 mantenemos la convocatoria del segundo viernes de agosto para abrazarnos en el refectorio de Mondoñedo. Así quedó dispuesto por nuestro mayores, los infatigables Fresco Cobelo –que se pasaba el mes de julio colgado al teléfono-; Montenegro Espina, que ya no corre la banda en los estadios pero tiene vara alta en la cocina del Seminario, o el líder Carballo Ferreiro y sus homilías sin concesiones. “Católicos sosegados”, todos ellos.-RB.
ASISTENTES
Ángel Felpeto. San Juan de Alba, Vilalba, 1947. Vive en Vargas (Toledo). Ex profesor y político.
Arsenio Ginzo. A Pontenova, 1941. Catedrático y escritor activísimo
Francisco Cal Pardo. Galdo, Viveiro, 1939. Ingeniero y empresario
José Puente Abelleira. Cospeito, 1950. Excontrolador aéreo.
José Antonio Pernas. Excomisario de Policía y empresario. Vive en Florida (EE. UU.)
José Ramón Franco Trashorras. Riotorto, 1943. Abogado en ejercicio
Manuel Villares. Sargadelos, 1948. Exejecutivo sector farmacéutico
Ramón Barro. Ortigueira, 1943. Periodista jubilado
Ricardo Timiraos. Maestro Nacional, escritor, articulista en activo. Vive en Colmenar Viejo
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