José Pereira Castiñeira
Pepe Castiñeira (Pígara, Guitiriz, 1943) falleció en Lugo, donde residió en las últimas décadas, el pasado dos de marzo. Había ingresado en Lorenza en septiembre de 1957 y abandonó el Seminario de Mondoñedo tras cursar Tercero de Filosofía. Tras `proseguir estudios en el ámbito civil, ingresó en el Cuerpo de Prisiones. Sus condiscípulos s han volcado en nuestro chat sus recuerdos al compañero wue nos ha dejado.
Escribe Ramón Díaz Guerrero: “Pepe era bon amigo e meu defensor cando entrei en Lorenzana. Era veciño. Nos criamos xuntos. Sinto moito a sua norte. Tiñamos a misma edade”.
Pedro Conde habla de su “espíritu de sacrificio y gran compañerismo. No volví a tener contacvto von
Manolo Rivas García: “Recórdome perfectamente de Pereira Castiñeira e do seu perenne sorriso, como di Pedro”.
Jesús Larga: “Era un gran tío, amigo dos amigos e servicial a tope”.
José Ricardo Díaz Pardeiro
Ricardo Díaz Pardeiro, que nos dejó el pasado 7 de abril en A Coruña, había nacido en Ferreira do Valadouro en 1945. Sin haber cumplido los diez años, ingresó en el Seminario de Lorenzana. Cursó los cinco años de Latín y finalizó el bachillerato ya fuera del Seminario. Licenciado en Filosofía y Letras, fue catedrático de Historia en el Instituto Eusebio da Guarda de A Coruña. En su autobiografía remitida a nuestra página web, reconoce: “Mi futuro personal, espiritual y académico estuvo determinado por mi estancia en el Seminario”. Terminaba el texto con el deseo de poder vernos de nuevo en una de nuestras Xuntanzas en Mondoñedo, aplazadas a causa de la actual pandemia. Jovial y bienhumorado hasta el final, tuvo una vida plena y contó con el aprecio de quienes le trataron. Biografía: https://www.homenaxeseminariomondonedo.com/ricardo-diaz-pardeiro/
Pepito do Maestro
Por Domingo F. Barrera
Nos dejó José Ricardo Díaz Pardeiro, Pepito do maestro, como era conocido en su villa natal de Ferreira del Valle de Oro.
Fue mi compañero de Seminario durante los 5 cursos de Lorenzana y Mondoñedo, 1955-60; pero más que el compañerismo que siempre reinó entre nosotros, prevalecía la amistad fomentada desde la niñez por los estrechos lazos que tenían mi tío Eulogio, cura de la parroquia y sus padres, Celestino y Josefina, ambos maestros en la misma.
Entre nosotros se formó un dicho que perduraba en nuestros días; «A última paradiña» Durante los recreos de Lorenzana, en uno de los pasillos del claustro, Pepito me saeteaba a pelotazos estando yo en una de las puertas de acceso a la iglesia del convento que permanecía cerrada y que hacía de portería. Allí nos pasábamos el recreo y cuando tocaba la campana del final, yo le decía: “A ultima paradiña”, a lo que Pepito acedía gustoso.
Y así permaneció entre nosotros ese dicho que seguíamos recordando con nostalgia siempre que nos comunicábamos o nos veíamos.
Pepe, hiciste tu última “paradiña” a la vida, para entrar en un descanso de paz.
Te lo desea tu compañero y amigo Domingo Fernández Barrera.
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