NULLA DIES SINE LINEA: ÁNGEL FELPETO

Nuestro compañero y amigo Ramón, que hace bien en ser insistente para mantener viva la web -ese cordón umbilical que nos sigue uniendo a nuestro Seminario-,  ha lanzado una propuesta que a mi juicio suma y vincula en el sentido de que nos permite conocernos un poco mejor y seguro que también a todos nos aporta alguna idea para hacer el camino en esta etapa que todos vivimos ya fuera de responsabilidades y compromisos laborales.

Sólo tiene el inconveniente de que no nos gusta hablar de nosotros mismos. Pero yo he querido entender que de lo que se trata es de que, ahora que todos hemos tenido que aprender un poco a manejar las plataformas de comunicación, hagamos una tertulia de amigos en la web simplemente para decir:

Estoy aquí, ahora me ocupo de …..o me divierto de esta manera…… y aquí me podéis encontrar

Jubilado en Bargas (Toledo)

Llevo 45 años trabajando en la ciudad de Toledo y viviendo en Bargas, un pueblo de doce mil habitantes muy cercano a la capital.

En los últimos años de vida laboral, sobre todo en los últimos meses, siempre encuentras personas a tu alrededor que te interrogan con cierta curiosidad, y en algunos casos con cierto morbo, porque conociendo que tu actividad ha sido muy intensa, creen que te será difícil adaptarte a la nueva realidad.

-¿Y ahora que harás?

-No creo que te acostumbres …..

-Te va a costar….  Etc, etc.

Mi deuda con la Música

Desde el minuto uno había interiorizado que se aprende a lo largo de toda la vida y eso, en mi caso, y sin andarme con rodeos, tiene que ver con una frustración. Y lo califico así porque así lo sentí siempre; es más, cada vez que vuelvo a Galicia y oigo cantar a D. Uxío,  más me culpo de no haber aprovechado la oportunidad que tuve en nuestro  seminario de estudiar música e incluso de aprender a tocar el piano.

Porque yo no estudié música, lo que hice fue repasar una y otra vez las lecciones del Solfeo de los solfeos” para aprobar. Y eso a pesar de los esfuerzos de D. Uxío o de Antonio Domínguez o de Jesús el Vivariense de los que recibí clase. Sin olvidar los años de trabajo que compartí con Antonio María Villar Cheda que no perdía oportunidad de entonar algún que otro Introito que me recordaba el incumplimiento de mis deberes musicales.

Y la imagen de un piano en cada clase, piano al que yo jamás osé pulsar ni una tecla, me ha perseguido toda la vida por no haber aprovechado aquella oportunidad.

El desquite: cinco músicos en casa.-Esa frustración que me persiguió, me llevó a casi obligar a mis nietos, hoy están todos felices de ese empujón, a matricularse en la escuela de música y elegir instrumento antes de los seis años; y en casa hay cinco músicos, mi hija y mis cuatro nietos.

Y el abuelo desde hace tres años decidió desempolvar el método de Lemoine y, entre acordes, triadas e intervalos, se ha hecho realidad lo de aprender a lo largo de toda la vida. Voy a clase de lenguaje con mi hija, consulto a mi nieto pequeño de diez años las dudas sobre intervalos y afino mi saxofón en fa sostenido bajo el consejo del mayor que ya ha finalizado sus estudios de grado profesional de clarinete.

Y me arriesgo a que el pequeño, con su trompa bajo el brazo, me diga cuando cometo algún   error de esos imperdonables:

-Abuelo, no te enteras…

Enseñar y aprender

Además de tratar de recuperar ese tiempo perdido en el mundo de la música, siempre he pensado que tenía una deuda con la sociedad y que podía saldar haciendo también algo por los demás.

Y aquí, en mi pueblo de adopción, dedico una parte de mi tiempo a tareas de alfabetización con personas que no tuvieron la oportunidad en su día de ir a la escuela u otros que no conocen nuestro idioma.

Pero si esa tarea es grata, lo es más la colaboración con el Centro de Día para personas mayores con los que comparto una o dos horas semanales en las que hablamos de temas de actualidad que despiertan curiosidad en ellos, o sobre patrimonio histórico o medioambiental o sobre etnología.  Y digo que comparto porque yo aprendo también de ellos a diario.

No he perdido la oportunidad de hablarles de nuestras ferias, de As San Lucas o de San Froilán   o cómo eran las ferias de Vilalba que yo recuerdo de niño. O contarles y mostrarles como son nuestros hórreos o os pendellos”   de Agolada. Ellos a mí me cuentan cómo era su escuela, sus fiestas, sus costumbres y todos aprendemos de todos.

A las preguntas que me formulaba algún compañero y que citaba al principio, ahora respondo:

Me falta tiempo

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*