En abril había cumplido 94 años, lo que día a día se reflejaba en su decaído estado de salud. El ilustre sacerdote diocesana José Antonio Roca Díaz (Devesos, Ortigueira, A Coruña, 1924) nos dejó el pasado uno de octubre en el hospital Juan Cardona (Fundación del Santo Hospital de Caridad) de Ferrol, ciudad en la que residió la mayor parte de su vida.
Mayor de una familia de diez hermanos, y cimentada su vocación hacia el sacerdocio junto a su querido párroco, persona muy allegada a su familia, José Antonio ingresó en el Seminario de Mondoñedo donde cursó los estudios de Latín y Humanidades y Filosofía. Terminó la carrera sacerdotal en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la que obtuvo la licenciatura en Sagrada Teología. De regreso al Seminario, fue profesor de Teología y Griego y ejerció otros cargos en la dirección del centro. Años más tarde, ingresó en el Cuerpo Eclesiástico de la Armada. Ya como sacerdote castrense, estuvo destinado en Fernando Poo (hoy, Malabo) , capital de la entonces provincia española de Guinea Ecuatorial; en el Alto Estado Mayor de la Flota, como párroco de la iglesia castrense ferrolana y parroquia de San Francisco hasta ser promovido al puesto de vicario castrense de la extinta Zona Marítima del Cantábrico con el empleo de coronel.
Entre sus compañeros era reconocida la capacidad de don José Antonio para el estudio y, en particular, su condición de políglota. Hablaba con soltura, además de las lenguas propias, el portugués, francés, alemán e italiano. Gran amante de Alemania, llegó a establecer amistad con un sacerdote de aquel país a donde acudió, durante muchos años, para sustituir a su compañero eclesial en el servicio de la parrouia. Don José Antonio no encontraba dificultad para dirigirse a los fieles en un correcto alamán.
La prensa ferrolana recordaba, en ocasión de su defunción, la vinculación de don José Antonio con organizaciones sociales de la vida local, ya se tratara de jóvenes boy scouts o de su participación en cursillos de cristiandad.
Jamás perdió su vocación ortigueiresa. Además de las puntuales visitas a su parroquia de origen, su figura resultaba familiar como oficiante en la misa de la Patrona de Ortigueira (29 de julio), villa en la que gozaba de gran prestigio por su formación intelectual y su generosa disponibilidad para ayudar a quienes le necesitaban.
El funeral por su eterno descanso se ofició en su querido templo de San Francisco. Sus restos mortales reposan en el panteón familiar de la parroquia de San Sebastián de Devesos.
NO me he enterado de tu fallecimiento.Donde quiera que estas cuida de mi ,como lo hiciste muchas veces.Siempre estaras en mi pensamiento,y en mis oraciones.
Siempre en mi pensamiento,cuida de nosotros