Por Ricardo Timiraos
Con motivo de la última Xuntanza de ex -seminaristas de Mondoñedo, tuve la fortuna de ser obsequiado con un poema de mi bienquerido D. Benjamín González Quelle, cuyo sentido fallecimiento me ha recordado la vieja deuda contraída con él, que no era otra que recordar a mis amigos, nuestros paisanos de Covas, ( Viveiro), las virtudes que adornaban a tan seráfico sacerdote. Y es que las generaciones jóvenes quizás nunca hayan oído hablar de un hombre sumamente sencillo, tierno, prudente, generoso y culto que, siendo muy joven, se marchó al Seminario de Mondoñedo para ser servidor de los demás dedicando su vida a Dios.
Uno que repara poco en titulaciones- había sido Cronista Oficial de Burela sustituyendo al también cultísimo profesor nuestro D. Ricardo Pena Domínguez – prefiere observar los ejemplos y con ello la modestia con que D. Benjamín trataba de esconder aquellas virtudes que lo adornaban, aunque eran muchas, entre ellas la poesía. Ciertamente sólo conocí unos cuantos poemas que fugazmente él me enseñó y me gustaron, aunque, sin que esto sirva de desdoro de su obra y en honor a la verdad, he de decir que requieren por mi parte una lectura más sosegada dada la profundidad de la temática religiosa. Sé que publicó algunos libros, pero no tuve ocasión de adquirirlos. Es lo que suele pasar con las ediciones de autor, que no están en las librerías, porque se venden poquísimos libros de poesía. Sin embargo, de lo leído y oído a cerca de su obra, he de decir que entre los sacerdotes de Mondoñedo su obra, eminentemente religiosa, está muy valorada y que a mí me gustaron en cuanto a la clásica construcción, aunque, repito, requieren más reflexión por mi parte para darles su justo valor.
Quiero recordar también haber leído un poema sobre Burela en el que vacía el amor por sus gentes con exquisita ternura. Y es que Burela, donde pasó gran parte de su vida, recordará para la Historia a D. Benjamín como el gran impulsor de la magnífica iglesia que hoy es orgullo de la Villa. Y en este terreno algo recordamos aquellos niños que andábamos” pola Vila do Medio” subidos en burro e íbamos a la iglesia antigua.
Ejemplar sacerdote
También Burela siempre estuvo en mi corazón, D. Benjamín. Usted bien recordaba a aquel ángel, llamada ahí Señora Vicenta, mi tía. Vayan pues estas palabras de despedida a un buen hombre, sereno, humilde, caritativo, medido en la palabra y amplio en la sonrisa, servidor de los hombres para servir a Dios. Un admirado y ejemplar sacerdote que va ahora a reunirse con ese Dios en el que siempre creyó, por el que vivió para amarnos y que nos regaló la mejor sensibilidad por el camino de la poesía. Justo es para él el cielo. Mis condolencias a la familia, a los sacerdotes con los que convivía en Mondoñedo, a su Covas natal y a su Burela querida. Gracias por su vida, D. Benjamín.
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